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EN PRIMER PLANO

De Wisconsin a Elías Piña

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Virginia Rodríguez G.Santo Domingo

En Primer Plano 3D+ El padre Miguel Seis es un dominicano que, tal vez por error, nació estadounidense. Hace doce años que llegó al país, para encargarse de la diócesis de Comendador y El Llano, municipio de la provincia de Elías Piña. De su natal Wisconsin sólo le queda una piel muy roja, unos ojos muy claros y una simpática manera de hablar que obliga a prestar mucha atención durante las abarrotadas misas del domingo. ¿Fue difícil adaptarse a una realidad tan distinta?Quizás lo más difícil fue la cuestión del idioma. No hablaba español. Hice un curso de seis semanas en Santo Domingo y después vine a trabajar de una vez. Estuve aquí como seminarista casi tres meses y conocí la parroquia, la frontera. Esa experiencia me ayudó a prepararme para venir a trabajar en el 1996, hace doce años. ¿Por qué decidió venir?La diócesis mía desde 1963 ha tenido sacerdotes voluntarios trabajando aquí en la diócesis de San Juan de la Maguana. Yo siempre tenía interés de trabajar en el campo misionero y cuando se me presentó la oportunidad, me ofrecí como voluntario. ¿Qué le gusta de la vida en Elías Piña?Primero, la gente, son muy amables. El dominicano es realmente una persona muy abierta, alegre. Hay una acogida muy, muy buena entre la gente, ellos aceptan a uno muy fácil y en ese sentido el trabajo es muy fácil, no se tiene que bregar mucho, no se tiene que luchar, porque es un pueblo muy abierto y sencillo. ¿En qué consiste el trabajo que hace?El trabajo de un sacerdote está dividido en dos partes. Está el trabajo espiritual, ahí van los sacramentos, bautismos, matrimonios, comuniones, confirmaciones, confesiones, misas. Yo tengo un promedio de seis misas cada fin de semana, de la parroquia de aquí (de Comendador) y del Llano. Hacemos un promedio de mil bautismos al año. Entre las dos parroquias tenemos a 96 comunidades, más de 25 mil personas. La otra parte es la parte humana, en el sentido de que vivimos en una zona bastante pobre. Además de ayudar a la gente a crecer en fe hay que también mirar la realidad de la pobreza. A través de Cáritas Diocesanas y otras instituciones internacionales a veces ejecutamos proyectos por el bien de las comunidades. Con FUNDASEP, una fundación de la diócesis de San Juan de la Maguana, hemos tenido muchos proyectos sanitarios, acueductos, boticas populares. Empezamos aquí hace tres años la escuela de Fe y Alegría, tuvimos un proyecto de reforestación en la loma con árboles frutales. Hicimos también un proyecto de construir 30 casas en una zona muy pobre, un lugar que se llama Candeló con financiamiento internacional. Eso también es una parte muy importante del trabajo, si están pasando problemas hay que hacer algo. Siempre está la parte humana y espiritual, hay que trabajar las dos cosas. A partir de su visión como extranjero, ¿cuáles son las debilidades de nuestra sociedad?Una debilidad sería que confían mucho en la política, como si lo fuera a solucionar todo. Y eso no va a solucionar todo. A veces hay una falta de iniciativa en su propio desarrollo. “Voy a esperar que el gobierno me dé, voy a esperar que tal fundación me dé”. Esperando que otro va a resolver los problemas de uno. Es una debilidad bastante difícil. Y también, en los campos, está la falta de educación, que es muy importante. Está la cuestión del medio ambiente, es una cosa que también hay que cuidar. Ahora, en esta zona, por ejemplo, se está quemando mucho las montañas. El gobierno tiene que tomar en serio la situación de la deforestación. ¿Cuáles son sus planes para el futuro? ¿Piensa quedarse definitivamente?Estoy como voluntario, si el obispo allá quiere que vuelva, tendré que volver, pero hasta la fecha ha sido una decisión mía y prefiero quedarme. ¿Extraña su país?Mi familia. Pero ahora en el mundo de las comunicaciones es muy fácil comunicarse, uno no se siente tan separado. ¿Cuál ha sido su mayor satisfacción como sacerdote de Comendador?Ver, por ejemplo, la fe de la gente. Es un pueblo bastante religioso, muy comprometido. Hay gente muy dedicada, uno ve tantas personas de buena voluntad que quieren ayudar a los otros, personas dispuestas a colaborar con la iglesia. Y ver también muchos jóvenes en las parroquias que también están muy dispuestos a trabajar y tienen un buen sentido, mirando hacia el futuro. Hay jóvenes que se han ido de aquí y están teniendo éxito en otros lugares, se han hecho hombres y mujeres de bien. En su país lo verán a usted como un aventurero por venir a un pueblito dominicano en la frontera con Haití...Sí... la gente respeta a uno por eso.

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