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CRÓNICA LIGERA

Tengo líderes reales!

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Ana Mercy OtañezSanto Domingo

Desde niña he admirado a personas comunes y corrientes: mis líderes son reales. Mujeres y hombres de carne y hueso que Dios ha puesto en mi camino con la misión de contribuir a ser una mejor persona. Hace mucho tiempo que he simplificado mi concepto de líder a esta frase, tan legendaria como los sermones de mi madre, que es lo único con que puedo compararla. “Se elogia en público y se corrige en privadoÖ Un verdadero líder amonesta sin ofender y orienta sin humillar”.

Desde que tengo uso de razón siempre admiré a mis padres, tan distintos; sin embargo, ambos dejaron su impronta en mí. Soy una mezcla de ellos, con sangre de un extraño y algunas mejoras tecnológicas. Tengo un vago recuerdo de mis abuelos, pero mi abuela materna es el vivo ejemplo de una líder de familia, enseñándonos que lo más importante del ser humano es su crianza y su solidaridad. ¿Qué decir de mis profesores? Los que me acompañaron desde la educación inicial hasta la técnica. Seres humanos disparejos de alma y pensamientos, que aportaron en su rama lo suficiente para construir la mujer que hoy soy. Tengo en mi mente a muchos de mis maestros, sus recuerdos son imborrables y sus consejos viajan ante cada experiencia que me toca vivir, como presagio de que sabían lo que me tocaría enfrentar. Muchos de ellos me marcaron con su actitud, en cada aula dieron lo mejor de sí para complementar lo que vivimos en nuestros hogares. No fui una santa niña, tuve mis momentos de rebeldía antes, durante y después de la adolescencia, (algunos siguen en mí). Sin embargo, hoy puedo hablar de que, lo sembrado por cada una de estas personas que recorrieron conmigo mis diferentes etapas, sus aportes, fueron correctos para mi preparación y formación, convirtiéndose algunos de ellos en mis guías de esa época. Nadie fue tan importante en mi infancia y juventud como los líderes deportivos que disfrutó mi generación, fueron hombres sin malicia, que con claro horizonte supieron tutelar bajo una disciplina las herramientas que necesitaríamos para afrontar la vida. ¡Esa fue mi mejor escuela! Fue ahí donde conocí los líderes por naturaleza, aprendí a discernir entre el protagonismo individual y el trabajo en equipo.La vida también es un juego: todos tenemos un valor y una posición que bien armada logra su mejor jugada. He leído algunos libros, algunas que otras biografías y suelo citar frase de importantes escritores o de algún pensador; me gustan los que escriben de manera simple, tienen ideas sencillas, claras y aplicables. La vida profesional me ha permitido crecer bajo la sombrilla de personas exitosas, siempre me tomo el tiempo de identificarlos, reconociendo sus contribuciones profesionales y humanas. Me satisfacen los de vida común, sin ínfulas, ni creencias de superhéroes, sigo a quienes con calidez y armonía me han orientado y guiado por el camino correcto, sin prisa ni comparaciones. La vida me ha premiado al tener a seres humanos cotidianos como mis líderes. Nos leemos la próxima semana.

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