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DE CERCA

Un poco de todo… ¡eso somos!

A ella la conocí mientras cursábamos juntas una clase de maestría. No era sorpresa que fuera la primera en el aula, sus experiencias profesionales eran pilar de interesantes conocimientos que compartía sin ningún dejo de egoísmo. Siempre alegre, simpática y servicial. Su buen humor y filosofía de vida me dejaron grandes enseñanzas que aún conservo y predico como el mejor de los recuerdos de esa etapa. Disfrutaba hablar de sus hijos y del estable matrimonio con el que Dios la había privilegiado. Pero no lo hacía por opulencia, era sincera, y fue honesta en admitir, en varias oportunidades, que también tenía problemas en la casa y en la oficina, pero que había aprendido a no cederle el poder a nada ni a nadie, para arruinar ni un solo día de su vida. Hace algunas semanas nos encontramos en la entidad donde labora como gerente, y contrario al recuerdo que tenía de su rostro, la vi triste y cabizbaja.

No disimulé mi asombro.

Ella me contó que sus padres habían fallecido en un accidente de tránsito y no había podido superar el duelo.

¡Cómo nos cambia la vida!, pensé, y solo pude abrazarla.

Así es el mundo en el que vivimos, una ruleta rusa que no se detiene ante nada. El tiempo avanza, y con él los cambios que cada día emergen y a los que debemos enfrentarnos con valentía. Un día estamos completos, al siguiente algo nos falta. Razón por la que debemos tratar, en la medida de lo posible, de disfrutar la plenitud de cada momento.

Era obvio que mi amiga hacía un gran esfuerzo para no lastimar la calidad de su trabajo.

La observé por largo tiempo mientras esperaba mi turno, y hasta en el ritmo de sus pasos dejaba en evidencia su pena. Y es que somos seres integrales, nuestras vidas se equilibran en todos los contextos: el amor, la familia, lo profesional, lo emocional, lo espiritual... todo este complemento da forma a la esencia de lo que somos: seres humanos, y cuando algunos de estos aspectos no está consumado se afectan todos los demás. Sin duda ella es una de las mejores empleadas de la entidad. Lo gritan las placas que adornan su oficina, y las docenas de reconocimientos que ha recibido. Este momento difícil no determina su futuro profesional, ni pone en tela de juicio su talento y disciplina.

Me dijo que se siente bendecida con el apoyo que ha recibido de sus supervisores, y que sus colegas han asumido la resolución de conflictos con los clientes difíciles, la acompañan en su duelo y la reconfortan con palabras de aliento.

De eso se trata el liderazgo y las buenas relaciones, de tener la sabiduría necesaria para comprender la naturaleza humana de lo que somos. Todo proceso doloroso algo bueno ha de enseñarnos. Hoy es ella, mañana puedo ser yo, o cualquiera de ustedes. Así que, cuando alguien cercano no esté dando el cien por ciento en sus labores cotidianas, quizá sea preciso detenernos a observar.

No es momento de juzgar, qué tal si nos acercamos, y simplemente preguntamos ¿algo en lo que te pueda ayudar...? ¡Hasta el lunes!

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