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DE CERCA

¡Descubre tu pasión... y actúa!

A Marianela la conocí hace ya muchos años. Ella fue mi maestra en uno de esos tantos diplomados que he cursado en busca de preparación profesional. El tiempo la convirtió en mi mentora. Ella vio en mí un talento hasta entonces desconocido y me motivó a salir de la zona cómoda para retarme a dar mucho más de lo que yo pensaba que era capaz. Marianela, como muchas otras personas, es de esas que te incitan a descubrir nuevos caminos. Un día, no recuerdo exactamente de qué año, ella me invitó a dar una conferencia sobre los medios de comunicación y su vínculo con las Relaciones Públicas, a un grupo de profesionales que se estaba preparando sobre el tema. Me costó algunas semanas responder, me atrevo a confesar que porque una parte de mí tenía miedo, mucho miedo de involucrarme en un nuevo reto profesional, que si bien por varios ciclos había encabezado la lista de propósitos de Año Nuevo, y me sentía segura que podía hacerlo, no menos real era que, obviamente, sin darme cuenta comencé a autosabotearme. Comencé a fabricar excusas. Pensé que no tendría el tiempo suficiente para preparar el material en la fecha solicitada, que quizá no tenía esa gran historia para contar, que no sería interesante y que aburriría la audiencia. Que este proyecto iba a interferir con el tiempo de mis responsabilidades de trabajo y mi familiaÖ pensé que lo mejor era no atreverme y continuar en la silla de observadora, limitando mi crecimiento y negándome la oportunidad de vivir nuevas experiencias. Pero algo en mi interior fue más fuerte que todo ese miedo que me frenaba. Decidí usarlo para empujarme y me propuse ‘probar’, anclada en que si algo no salía como esperaba lo peor que sucedería era que nunca más me volvieran a invitar. Para mi satisfacción y alegría la conferencia fue bien recibida. El encuentro se convirtió en un intercambio de opiniones profesionales que despertaron en mí una fuerte necesidad de prepararme cada día más para que otros se nutran de mi experiencia a través de la docencia. Después de todo, ¿de qué nos sirve lo aprendido si no estamos dispuestos a compartirlo para que otros crezcan? La verdad es que ese momento lo disfruté muchísimo, las inesperadas preguntas de los estudiantes, en vez de llenarme de terror me llenaron de confianza porque sabía las respuestas. Fue fascinante estar ahí, en el aula, frente a profesionales deseosos de escucharme. De ahí llegaron otras conferencias similares para luego ser invitada a preparar un programa más completo sobre Relaciones Públicas que en la actualidad tengo el privilegio de impartir en la universidad.

Descubrí que la docencia es mi pasión. Ese amante a quien siempre quieres darle más, con el que no cuentas las horas ni el cansancio, porque siempre estás lista para recibirlo. Ese amante que te motiva a investigar porque entiendes que quien no se interesa en estudiar deja de ser guía para convertirse en recitador. Cuando nuestra conciencia se identifica con la esencia de lo que nos hace felices las cosas suceden. Un inicio de año es perfecto para descubrir en qué queremos invertir nuestro tiempo. Te invito a descubrir tu pasión, quizá nada tiene que ver con lo que haces, date el permiso de navegar por otras aguas y escaparte del cuarto cómodo, quizá te sorprendas tanto como yo.

¡Hasta el Lunes!

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