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DE CERCA

Un mundo solidario

De alguna manera y sin proponérmelo me he convertido en defensora de la Fundación Quiéreme Como Soy, no tengo ninguna experiencia cercana de un familiar con la condición de síndrome de Down, y no conozco, más allá de lo que he visto en los medios de comunicación y en algunos encuentros de trabajo, a su presidente y fundador Oscar Villanueva.

Sin embargo, unos minutos a su lado logran contagiar como pólvora a todos a su alrededor, de la pasión y el compromiso que han asumido él y su esposa para apoyar la causa social. A través de los años ha trabajado arduamente por la aceptación e inclusión de los niños con condiciones especiales y lo han logrado. Si bien es cierto que su posición de próspero empresario ha contribuido a que se abran muchas puertas, no menos real es que ha puesto alma y corazón a este proyecto que ha beneficiado a miles de familias dominicanas carentes de orientación, apoyo emocional y recursos económicos.

Tiene una gran motivación que supera cualquier expectativa, su hijo Oscar Luis. Pero lograr reunir a miles de personas con el único propósito de colaborar con la entidad sin fines de lucro, y movilizar personalidades del arte y el deporte identificadas con la causa, sin duda ha sido una labor titánica e interminable que, según ha expresado, le ha dejado inmensas satisfacciones.

El equipo de la Fundación Quiéreme como Soy está claro en que la futura generación será responsable de una cuota importante de aceptación de estos jóvenes en el mercado laboral y varias veces por año un grupo de voluntarios organiza lo que han denominado “Cole Tour”, una acción de concienciación que consiste en visitar entidades educativas con el fin de sensibilizar a los niños sobre la importancia de la inclusión y la tolerancia a las diferencias.

En este encuentro los pequeñines, a partir de 8 años, viven una experiencia real de lo que significa tener una condición especial. Son adiestrados mediante ejercicios prácticos que los colocan en una posición de dificultad personal concreta, para crear una mayor sensibilización y concienciación. Este proyecto cuenta con la aprobación del Ministerio de Educación lo que asegura un espacio en el calendario escolar.

Finalizada esta rutina los testimonios de los niños logran emocionar a más de uno, y se va despertando en ellos el importante valor de la solidaridad.

A partir de ese momento comprenden lo que a diario experimentan los niños con síndrome de Down y hacen un compromiso para aceptarlos y comprenderlos.

Hermosa labor que debemos multiplicar tanto en la familia como en la escuela. Nuestros hijos no nacen siendo solidarios, nosotros somos quienes debemos trasmitirles este concepto a través del ejemplo. Los padres tenemos la obligación de enseñarlos a ponerse en el lugar del otro. Ser solidario debe ser una regla como las demás normas de educación en el hogar.

Los niños encuentran en cada experiencia un lugar de formación.

Día a día se va preparando para su vida de adulto, y en el futuro tendrá que enfrentarse a un mundo laboral que todavía no conoce. Ellos serán los directores y presidentes de las empresas y será necesario que aprendan cuanto antes los valores del trabajo en equipo, y se fortalezca el sentido de la igualdad y la captación.

Así tendremos la esperanza de que algún día la anhelada inclusión laboral deje de ser una utopía y se convierta en una hermosa realidad.

¡Hasta el lunes!

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