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DE CERCA

¡No más lazos color rosa!

Hace algunos años conocí el cáncer. Más allá de lo que leí en alguna publicación y de las constantes campañas que se presentan en el mes de octubre enfocadas en crear consciencia sobre la prevención. Lo vi de cerca y pude percibir sus implacables consecuencias en el rostro de una amiga. Así es el cáncer, sigiloso e inclemente, no conoce de edad, sexo ni clase social. No le importa si tienes, o no, alguien a quien cuidar.

Pero mi experiencia con el cáncer no solo habla de destrucción, también es sinónimo de valentía, perseverancia y decisión. Le tocó a Francis y ella lo enfrentó heróicamente hasta derrotarlo. Con ella aprendí que un diagnóstico no decide el final de tu vida, sino el principio de la mejor parte de tu vida.

Se convirtió en experta sobre sí misma. Aprendió a conocerse, a valorar las bendiciones que ha recibido. Hizo un viaje a su interior y se perdonó, se animó a seguir y resurgió bizarra para vivir una nueva etapa con sabiduría.

El solo hecho de pensar en una enfermedad tan radical puede paralizar a cualquiera. Pero no a ella. Es cierto que tuvo que tomar muchas decisiones, vivió días de confusión, mucha confusión, miedo, dolor y llegó a cuestionarse cómo sería su vida después del proceso de quimioterapia. Algo bueno tiene el cáncer, nos permite elegir con claridad las prioridades.

El camino es más fácil con un mapa. Ella organizó una comunidad en las redes sociales y recibió apoyo de todos los que la queremos, de muchos que comenzaron a seguirla para escuchar su testimonio y se convirtió, sin proponérselo, en guía para orientar a otras mujeres que padecían la enfermedad.

Todos necesitamos a alguien que ya haya estado ahí y que nos pueda mostrar el camino de regreso y ayudarnos con los numerosos obstáculos que inevitablemente vamos a encontrarnos.

Esa era Francis. Se negó a hacer el papel de víctima y se convirtió en protagonista. Su historia habla de fuerza, esperanza y superación. A partir de entonces me convertí en coleccionista de lazos rosados, uno de los símbolos más representativos en la lucha contra el cáncer de mama, la imagen que simboliza el compromiso y la concienciación de esta enfermedad.

Pero los guardo, no para relacionarlo con el dolor y la tristeza, lo hago para recordarme a mí misma lo importante de aferrarse al amor propio, a la valentía, a la paciencia y la esperanza para salir adelante ante cualquier situación.

De acuerdo con las estadísticas del Instituto de Oncología Dr.

Heriberto Peter, en nuestro país, una de cada ocho mujeres desarrolla cáncer de mama invasivo en el transcurso de su vida.

Pero muchas no tienen acceso a realizarse los exámenes correspondientes por falta de recursos económicos, y mueren dejando familias destrozadas. Ya no quiero ver más lazos rosas en el mes de octubre, ahora quiero ver decenas de dispensarios médicos en cada localidad para que la prevención realmente llegue a los lugares más escondidos de nuestro país y todas las mujeres podamos tener igual número de posibilidades de un diagnóstico a tiempo.

¡Hasta el lunes!

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