Santo Domingo 23°C/23°C clear sky

Suscribete

CRÓNICA LIGERA

¡Adiós!

Avatar del Listín Diario
ANA MERCY OTAÑEZSanto Domingo

No sabía decir adiós, lo que me hizo dejar situaciones inconclusas sin entender que dejar espacios abiertos en el alma no es más que cultivar dolor y desilusión. Reconozco que me era más fácil poner un “stop” transitorio que un punto final, porque para llegar ahí debemos pasar primero por un proceso de aprendizaje. “Adiós”, situación de punto final que suele ser un término fuerte, duro y muy difícil de aceptar, porque hay un trecho entre decirlo y practicarlo, sin embargo hacerlo a tiempo puede darnos libertad, salud y bienestar.

Decir adiós aunque nos duela es un gran sacrificio que muchos no estamos dispuesto a realizar, por comodidad, estabilidad o por conveniencia, pero con el paso del tiempo la vida suele pasarnos factura y no reaccionar oportunamente puede ser parte de nuestra infelicidad.

Reconocer esa debilidad de no saber cuándo es el período perfecto para irnos debe motivarnos a trabajar en lo más profundo de nuestro ser para identificar las acciones que deben llevarnos a decir un adiós en el momento ideal, pues es justo ahí cuando debemos armarnos de valor y poner los hechos por encima de las palabras.

Todos hemos tenido que decir adiós a una amistad, relación de pareja, pariente, trabajo, sueño o a una meta, en fin, hay miles de acciones que nos llevan a una despedida definitiva, que por lo general duele el doble cuando pasa entre vivos.

Yo lo he vivido con personas que han pasado por mi vida a la que se me ha hecho muy incómodo decirles adiós, pero he aprendido a poner en práctica esta idea, “no hay mayor acto de amor hacia una persona que desaparecer de su vida” cuando no te valora o no te corresponde en igual proporción.

He padecido la desgarradora sensación de sentir mi alma vacía, cuando solo queda el aroma impregnado a un olor muy peculiar que es el personal, y sé cómo se oprime mi corazón cuando lentamente se despedaza y me baño en mis lágrimas de desconsuelo. Razones suficientes que me han llevado a encontrar la forma correcta y directa de despedirme, aceptando que la vida está hecha de ciclos y etapas que con entusiasmo iniciamos, lo complejo es saber cuándo y cómo cerrarlos y usar esas vivencias como trampolín para avanzar.

Ver el adiós desde otra óptica me ha permitido salir airosa de algunos trances, porque cuando reconocemos que la causa está perdida, es el momento justo para dejar ir, soltar, respirar hondo y continuar..

Hoy, me es muy saludable decir adiós porque en realidad es un ‘me quiero’.

Nos leemos la próxima semana con el favor de Dios.

Tags relacionados