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DE CERCA

“El sobrecito de Rehabilitación”

Gozamos del privilegio de vivir en un país solidario. Aquí el dolor ajeno no pasa desapercibido y el trabajo que realizan decenas de entidades da fe y testimonio de eso. Muchas son las personas que han asumido la labor social como un sacerdocio y trabajan con ahínco y compromiso en favor de los más necesitados. En este grupo está Mary Pérez de Marranzini, una enérgica dama que dirige la Asociación Dominicana de Rehabilitación (ADR). El tiempo ha sido testigo de su entrega y pasión, y ha logrado defender el objetivo para lo cual creó, hace 53 años, la entidad sin fines de lucro: atender a personas que padecen algún tipo de discapacidad, sin importar su clase social. Su nombre es sinónimo de respeto, como resultado de su trayectoria ha recibido distinciones y se ha ganado el más preciado galardón: el cariño y agradecimiento del pueblo dominicano.

“Nunca nadie por sí solo ha sido capaz de materializar grandes logros. Podemos soñar muchas cosas, pero para hacerlas realidad necesitamos la ayuda de otras personas, en diversas formas, aportando cada cual, según el don que de lo alto haya recibido”, fueron palabras de doña Mery durante una visita a las instalaciones de Listín Diario. Sus acompañantes expresaron con orgullo que era su ‘frase célebre’, la cual había convertido en pilar de cada proyecto como una valoración al esfuerzo de sus colaboradores. Las ofertas de la ADR se consolidan en una plataforma integral de servicio que contempla desde la estimulación temprana hasta la inserción laboral. Además, la entidad ha asumido la responsabilidad de capacitar al personal para brindar un servicio de calidad. Miles son los testimonios de familias enteras que han sido impactadas con los programas de ayuda y a las cuales la vida le ha cambiado de color. Y doña Mery no se detiene, quiere inaugurar una filial en cada pueblo del país. Pero necesita que cada dominicano de buena voluntad haga su aporte. Ella sabe lo que se siente cuando tienes un hijo enfermo y no encuentras la orientación adecuada. Sabe de noches largas orando por la salud de quien amas. De ahí su empatía con cada madre que llega a la entidad en busca de esperanza. Cada cierto tiempo y como parte de la labor de recaudación de fondos, un equipo de voluntarias asume la tarea de distribuir, en los centros educativos del país, ‘el sobrecito de Rehabilitación’, una invitación a esparcir la magia de la solidaridad y una excelente oportunidad para enseñar a nuestros hijos el valor de ayudar y el don del agradecimiento por las bendiciones que poseen. Quizá lo has visto muchas veces y no te has sentido motivado a colaborar. Que el ejemplo de esta dama, de casi 90 años, sea un ente motivador para que cada uno de nosotros devuelva con un aporte, por sencillo que sea, ‘el sobrecito de Rehabilitación’ para que mucho más personas puedan ser beneficiadas.

¡Hasta el lunes!

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