La cultura del corto plazo

Hace apenas unos meses una amiga me contó que había conocido el ‘hombre perfecto’ y que andaba de lo más ilusionada dando riendas suelta a su pasión y viviendo su enamoramiento. Semanas después volvimos a vernos y me habló de su interés de que compartieran apartamento. Un poco apresurado pensé, pero la vi tan optimista que temí arruinar el momento. Como cuenta con mi cariño y aprecio la llamé para saber cómo estaban las cosas, y ya no tan entusiasmada me dijo que haber convivido con el unas semanas había sido tiempo suficiente para darse cuenta de la cantidad de actitudes que no le agradaban de él, y se cuestionaba cómo había cambiado en tan corto tiempo… No cambió, no te diste tiempo para conocerlo, atiné a responder casi inconscientemente.

En este mundo apresurado nos cuesta tomar tiempo para meditar decisiones. Restamos valor a la perseverancia y apostamos a resultados inmediatos. Solemos pensar que porque navegamos en las cuentas personales de nuestros amigos de las redes sociales ya los conocemos. Para bajar de peso preferimos una dieta estricta, sin pensar en la salud, antes que someternos a un régimen alimenticio. Queremos resultados inmediatos, y perdemos la oportunidad de disfrutar y aprender en el camino. He escuchado padres decir que desean que sus hijos crezcan por arte de magia, sin reflexionar sobre los momentos maravillosos que se estarían perdiendo.

Para nadie es un secreto que los apresurados cambios culturales que vive la sociedad son cada vez más drásticos. Muchos de ellos son motivados por el desarrollo de las nuevas tecnologías, que si bien es cierto contribuye de manera positiva a la optimización de los procesos, no es menos real que ha invadido el espacio íntimo de nuestras vidas, y sin darnos cuenta hemos sido enrolados en la configuración de una humanidad dominada por el “corto plazo”. Todos, en algún momento, nos hemos visto identificados con esta corriente.

Pocos se preocupan por defender el idioma español y escribir las frases completas, ¿para qué? si con un ‘emoticons’ podemos trasmitir ideas y sentimientos. Hubo una vez, en un tiempo no lejano, en que se potenciaba el concepto de sacrificio y tenacidad. Hoy todo eso quedó sepultado bajo una nube que nos empuja a hacer lo humanamente posible para que las cosas sucedan en poco tiempo.

La vida va tan veloz que nadie se detiene a digerir los conceptos. Las empresas cuentan con un capital humano donde se reduce la capacidad de inclusión, porque no tenemos la suficiente paciencia para convivir con personas especiales.

Dejamos pasar los momentos que hacen de la vida un recuerdo memorable. Poco a poco nos hemos convertido en una sociedad fragmentada, imperando el corto plazo, beneficios rápidos, donde desaparece el compromiso, se debilita la confianza, se vulneran las lealtades.

Toda decisión encierra en sí misma un riesgo a equivocarnos, pero que tal si nos sentamos a meditarla, y nos regalamos el plazo de trabajar un resultado que perdure en el tiempo.

¡Hasta el lunes!