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DE CERCA

¿Jefe o líder?

Empecé a trabajar desde que inicié los estudios en la universidad, por lo que he tenido una formación laboral intensa. El destino me ha llevado a desempeñarme al lado de personas con diversas filosofías de vida de las cuales fui recolectando lo mejor. Algunos no dejaron ninguna huella, de otros solo aprendí lo que nunca debía hacer cuando tuviera personal bajo mi supervisión. Pero confieso que para mí bendición he tenido también el privilegio de trabajar al lado de profesionales que han aportado un invaluable conocimiento para nutrir mi experiencia laboral y mi vida personal.

De todos guardo algo especial: una frase, una acción, una actitudÖ un sentimiento capaz de conectarme con aquellos días de formación, que aunque nunca concluyen, se van cerrando por etapas. Por casi de diez años estuve bajo la supervisión de una mujer excepcional a quien el destino se llevó a destiempo. Nunca me consideré estar en su círculo de amigas, pero siempre que la necesité la sentí cerca. Teníamos pocos temas en común, y su nivel de exigencia en la calidad del trabajo hacía de cada día un reto por superar.

Cuando alguien se refiere a ella como “mi jefa” inconscientemente atino a aclarar que era “líder del equipo”, y es que cualquier persona puede ser llamada jefe, pero pocos pueden ser llamados líder.

Un líder sabe dirigir y delegar. Valora en su justa medida las virtudes, actitudes, habilidades y cualidades de su equipo. Tiene la capacidad de tomar decisiones, pero dialoga con las personas involucradas, facilita la correcta información y, a través de su conocimiento y experiencia, junto a los demás, decide el camino que permita el logro de los objetivos.

Un líder conoce los nombres de las personas que a diario ve, saluda, mira a los ojos y aprende a reconocer el mérito y el esfuerzo de quienes lo merecen. Sabe decir que se equivocó y acepta los comentarios que le permitan vencer las limitantes que, como todo ser humano, posee.

Un buen líder te enseña el camino de la perseverancia, te reta a continuar preparándote, te exige progreso, te lleva al máximo desempeño, sin recurrir al maltrato, y te respeta como profesional y como individuo. Es fácil reconocer un líder porque a simple vista te das cuenta que no lo mueve un interés económico, siente pasión por lo que hace. No da órdenes, se involucra en las tareas, colabora y se hace parte de cada proyecto. Recuerdo que en una ocasión detuve mis estudios de inglés porque entendía que me faltaba tiempo para cumplir con las asignaciones. Cuando ella se enteró me llamó a su oficina y dijo francamente que “lo que me faltaba era voluntad, el tiempo era solo un pretexto”. Entendí que si quería encontraría el espacio sin importar el sacrificio que esto conllevara. Hoy la recuerdo con agradecimiento por todas las lecciones aprendidas, y brindo porque en las empresas existan muchas líderes como Maritza Carvajal.

¡Hasta el lunes!

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