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DE CERCA

Bendecida por el cáncer

Siempre he escuchado hablar del cáncer, de las consecuencias físicas y emocionales que acarrea, del alto índice de mortalidad en nuestro país y del poco acceso que existe a los medicamentos por el costo de los mismos.

No tengo duda de que aceptar el diagnóstico y enfrentarse al tratamiento correspondiente es un reto solo para valientes. Así que cuando me enteré, de sus propios labios, que las pruebas eran positivas y que estaba diagnosticada con cáncer de mama, no dudé en ningún momento de que ella pelearía con los puños y dientes con la enfermedad, lo sabía porque la conozco bien y no se dejaría robar la vida sin enfrentar la lucha.

El proceso fue difícil, la vi llorar muchas veces aferrada a sus más fuertes creencias religiosas, valores personales y familiares, así como a lo más importante de su vida: su hija Isabella.

Madre soltera, lo que implicaba un doble reto, porque además su medio de subsistencia económica es su propio talento para cantar, de manera que estar enferma implicaba una baja sustanciosa en sus ingresos.

No existe nada justo cuando hablamos de cáncer. Miedo, ansiedad, culpa, tristeza, depresión, ira... y una mezcla de todas estas emociones juntas. Ningún día es igual a otro y la actitud que decidas tomar es la clave para vencerlo. Cada vez que la llamaba estaba positiva, segura de que combatiría hasta vencer… A veces triste, muy triste, sobre todo aquella tarde en que tuvo que tomar la decisión de cortarse todo el cabello por el efecto de la quimioterapia, pero siempre dejaba claro que aceptaba con humildad la voluntad divina.

Lo que me sorprende y es digno de admirar es que, en medio de esa tormenta ella mantuvo la calma, una de las lecciones más difíciles de aprender, y en vez de maldecir su situación declaró literalmente que estaba “bendecida por el cáncer”. Que gracias a esta enfermedad concilió el amor con su madre, se acercó a familiares y amigos que había descuidado por el trajín de los días, aprendió a valorar cada momento de su vida, a disfrutar de la cotidianidad con su hija, a contemplar la naturaleza, a agradecer por cada segundo vivido, y organizó su futuro.

¡Estoy convencida, es valiente! Y hoy, gracias a un diagnóstico recibido a tiempo podemos seguir riendo, cantando y hablando “del amor y otros demonios a golpe de margaritas”… Ella es mi amiga Francis Marizán, a quien Dios le ha endosado la misión de ser fuente de inspiración de otras mujeres que padecen la enfermedad. Ahora es vocera de buena voluntad y pasea su testimonio por salas de hospitales e instituciones que trabajan en la lucha contra el cáncer de mama.

Lo hacía aun sin cabellos con la gracia que Dios le ha dado y lo continúa haciendo de forma desinteresada para dar fuerza y aliento a otras mujeres. Ella logró vencer porque a través del autoexamen se detectó una irregularidad a tiempo.

A propósito del mes de octubre, que ha sido declarado mes de la lucha contra el cáncer de mama, yo pregunto, ¿ya te hiciste la autoexploración correspondiente?, Yo me la hice porque me amo, y amo a mi familia. Hoy es un día perfecto para hacerlo, no lo dejes pasar. ¡Hasta el lunes!

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