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guerra cultural

La discriminación positiva llega a su fin en campus de EE.UU.

El debate enfrenta a los progresistas, que defienden la inclusión de estudiantes de minorías víctimas de una desigualdad profundamente arraigada, y los conservadores, que afirman que las personas deben ser juzgadas por sus méritos individuales, no por el color de su piel.

Kentucky sigue los pasos de otros estados conservadores, como Texas, Alabama e Idaho.

Kentucky sigue los pasos de otros estados conservadores, como Texas, Alabama e Idaho.AP

La última batalla de las guerras culturales que dividen a la sociedad estadounidense se libra con los programas de diversidad étnica de los campus universitarios, ahora restringidos o prohibidos en un número cada vez mayor de estados.

El debate enfrenta a los progresistas, que defienden la inclusión de estudiantes de minorías víctimas de una desigualdad profundamente arraigada, y los conservadores, que afirman que las personas deben ser juzgadas por sus méritos individuales, no por el color de su piel.

"La idea de que la discriminación presente sea el remedio para la discriminación pasada (...) es intrínsecamente errónea", estima Jordan Pace, un republicano de la Cámara de Representantes del estado de Carolina del Sur.

"No nos gusta la idea de juzgar a las personas en función de características inmutables, ya sea el género o la raza o la estatura o lo que sea", afirmó. Para Pace, Estados Unidos es una "sociedad hipermeritocrática".

Conocidos a menudo como programas de "diversidad, equidad e inclusión" (DEI, por sus siglas en inglés), muchas universidades estadounidenses han prestado especial atención a los estudiantes de minorías, sobre todo negros, hispanos y nativos americanos, para intentar corregir antiguas desigualdades.

El pasado mes de junio, el Tribunal Supremo, de mayoría conservadora, puso fin a la discriminación positiva en las admisiones universitarias, revirtiendo así uno de los principales logros del Movimiento por los Derechos Civiles de la década de 1960.

Ahora Pace insta a Carolina del Sur a seguir el ejemplo de Florida y de una decena de estados que han eliminado los programas de discriminación positiva en los campus.

- "Deshacerse de nosotros" -

"El principal grupo objetivo en todo el país (...) son los negros", afirma Ricky Jones, profesor de estudios panafricanos en la universidad de Louisville, en Kentucky.

Carlie Reeves, de 19 años, fue la primera persona de su familia en ir a la universidad y, cuando llegó a la de Louisville, era "muy obvio que los profesores pensaban" que "no pertenecía a ese grupo". "No me veían realmente inteligente", dice.

Los líderes del DEI en el campus "me dieron vida y me dijeron (...) tú mereces estar aquí", cuenta.

Muchos estudiantes de minorías están en el colegio "cien por cien gracias a la DEI", dijo, poniendo como ejemplo a alumnos negros que se beneficiaron de becas basadas en la raza.

Pero el 15 de marzo, los congresistas de Kentucky presentaron una propuesta para restringir estos programas, lo que llevó a Reeves a coorganizar una protesta en el campus.

"Sentí que era mi deber informar a los estudiantes: 'Oíd todos, esta gente está intentando literalmente deshacerse de nosotros en el campus, tenemos que hacer algo'", dijo.

Kentucky sigue los pasos de otros estados conservadores, como Texas, Alabama e Idaho.

A principios de marzo, la Universidad de Florida puso fin a los programas de DEI y a los puestos de trabajo relacionados con ellos, como parte de la ofensiva del gobernador republicano Ron DeSantis contra lo que él llama "ideología woke".

Los conservadores emplean el término "cultura woke" para designar lo que consideran complacencia de la izquierda con las reivindicaciones de las minorías.

- "Un olvido muy peligroso"

"Estoy muy preocupada", afirma Stephanie Anne Shelton, profesora y directora de diversidad en la Facultad de Educación de la Universidad de Alabama.

Aunque las disposiciones de la nueva ley estatal le permiten impartir determinados cursos de sensibilización sobre la diversidad a futuros educadores, le preocupa hasta qué punto "conceptos como la libertad académica siguen vigentes".

Los republicanos suelen arremeter contra la "teoría crítica de la raza", un enfoque académico que estudia cómo el racismo impregna los sistemas jurídicos y las instituciones estadounidenses de formas a menudo sutiles.

El candidato republicano a la Casa Blanca, Donald Trump, ha pedido reformas a nivel federal.

"El primer día firmaré una nueva orden ejecutiva para recortar la financiación federal de cualquier escuela que promueva la teoría crítica de la raza, la locura transgénero y otros contenidos raciales, sexuales o políticos inapropiados para nuestros hijos", dijo en un mitin en Ohio.

Jones, el profesor de Louisville, estima que las nuevas leyes son "un retroceso del reloj racial a nivel local, estatal y nacional".

En el futuro, los académicos negros evitarán estados como Florida y Texas, cree, y predice "un olvido muy, muy peligroso".