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Los evangélicos, una pieza clave en el tablero político colombiano

Los fieles evangélicos en Colombia se perfilan como un codiciado botín de cara a las elecciones presidenciales de 2018 y ya son objeto de guiños de los posibles candidatos que adaptan sus discursos para hacerlos más atractivos hacia un colectivo caracterizado por un voto disciplinado.

La fuerza electoral de estas iglesias, que congregan a poco más del 10 % de la población del país, quedó patente en la victoria del "no" en el plebiscito que se votó el pasado 2 de octubre en Colombia para ratificar el acuerdo firmado con las FARC el 27 septiembre de 2016 y que quedó en el limbo tras la derrota en las urnas.

Estos grupos han multiplicado su influencia en la sociedad colombiana, especialmente en sus estratos más bajos, generando una masa electoral cuyo peso podría decantar el resultado electoral del próximo año, cuando se elija al sucesor del presidente Juan Manuel Santos.

Pero además se han convertido en un actor determinante en debates alrededor de valores como la familia o la educación, al oponerse a iniciativas como la legalización del matrimonio homosexual, la adopción por parte de parejas del mismo sexo, solteros y viudos y la despenalización del aborto.

La fuerza de los evangélicos, que combaten la llamada "ideología de género", se puso de manifiesto también el año pasado cuando con el apoyo del episcopado lograron dar marcha atrás a un proyecto del Ministerio de Educación para distribuir cartillas de educación sexual en los colegios, episodio que condujo a la dimisión de la ministra Gina Parody.

Así las cosas, políticos de todos los colores, desde el expresidente Álvaro Uribe (2002-2010), senador del partido Centro Democrático, hasta el exprocurador general Alejandro Ordóñez, alineado con el ala más conservadora de la iglesia católica, ven en los evangélicos el complemento perfecto para redondear sus aspiraciones con vistas a las presidenciales.

Sin embargo, los fieles de estas iglesias que se multiplican por polígonos industriales y garajes de toda Colombia bajo nombres tan variopintos como "Del Cielo al Mundo", "Ríos de Alabanza" o "Roca Eterna", ya cuentan también con sus propias marcas electorales.

Una de las formaciones más vinculadas a las iglesias "cristianas" es MIRA, siglas del Movimiento Independiente de Renovación Absoluta, cuyos fundadores están ligados a la iglesia de "Dios Ministerial de Jesucristo Internacional" aunque la formación se dirige a un público transversal con el que ya logró representación en el Congreso colombiano.

También formaciones como el histórico Partido Liberal, que forma parte de la Internacional Socialista, tienen líderes que dirigen sus intenciones hacia los votantes evangélicos, como la senadora y exfiscal Viviane Morales.

La legisladora hizo oficial esta semana su aspiración de ser la candidata liberal a la Presidencia de Colombia apelando a valores con los que se identifican las iglesias evangélicas.

La propuesta de Morales de someter a referéndum la ley que permite a homosexuales, solteros y viudos adoptar menores la catapultó ante los ojos de millones feligreses cristianos.

Pero el peso del voto evangélico no es un fenómeno específico de Colombia, en Estados Unidos los candidatos republicanos y demócratas se esfuerzan por atraer estas minorías.

Incluso el actual gobernante de ese país, Donald Trump, se alzó como ganador en las últimas elecciones presidenciales con el apoyo del 81 % de los votantes evangélicos, según datos del Pew Research Center.

A su vez, Brasil empezó el 2017 viendo cómo el senador y obispo evangélico Marcelo Crivella se hizo con la alcaldía de Río de Janeiro.

Este triunfo consolidó la ya amplia presencia de los evangélicos en la política brasileña, un movimiento que, como las mismas iglesias cristianas, no ponen límites ni fronteras a sus aspiraciones, ahora también electorales.

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