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ANÁLISIS

Duterte ignoró la amenaza del EI

JES AZNAR/GETTY IMAGES; ABAJO, AARON FAVILA/ASSOCIATED PRESS

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Era la clásica bravuconería del presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte. El Grupo Maute, una banda militarizada islamista que combatía a tropas del gobierno cerca de la ciudad sureña filipina de Marawi el año pasado, había pedido un cese al fuego. El presidente rechazó la propuesta. “Dijeron que llegarían a Marawi para incendiar el lugar”, relató Duterte en diciembre. “Y les dije: ‘Adelante, háganlo’”.

Se cumplió su deseo. Cientos de rebeldes pertenecientes al Grupo Maute y sus aliados que combaten con la bandera negra del Estado Islámico, EI o ISIS, se apoderaron de Marawi el mes pasado, llevando a la prueba más grande hasta ahora para el liderazgo de Duterte durante su primer año en el cargo.

“El gobierno ha negado en gran medida el crecimiento del EI y grupos afiliados”, dijo Zachary M. Abuza, catedrático en el National War College en Washington, que se especializa en temas de seguridad del sureste asiático.

“Duterte ha estado preocupado con su campaña de hacer pedazos el imperio de la ley al usar fuerzas policiales y otras fuerzas de seguridad para el asesinato extrajudicial de distribuidores de drogas”, agregó.

Las fuerzas del gobierno no han podido desalojar a los rebeldes a pesar de desplegar tropas terrestres y bombardear desde el aire a la ciudad de 200.000 habitantes. Cientos de personas han resultado muertas, decenas de miles de civiles han huido, y gran parte del centro de la ciudad se encuentra en ruinas.

Duterte ha declarado 60 días de ley marcial para la isla sureña de Mindanao, que incluye a Marawi y su ciudad natal, Davao.

La toma de Marawi por parte de los rebeldes coloca a Filipinas en el mapa con Estados fallidos, como Libia y Afganistán, como lugares donde aliados de ISIS han buscado apoderarse de territorio para un califato, lo que le brinda al grupo otro punto álgido regional en su esfuerzo por propagar su influencia globalmente.

El Estado Islámico ha instado a los combatientes que no pueden llegar a Siria que en su lugar se unan a la yihad en Filipinas, dijo Sidney Jones, director del Institute for Policy Analysis of Conflict.

Rebeldes de Indonesia, Malasia, Chechenia, Yemen y Arabia Saudita se hallaban entre los asesinados en Marawi.

Sol Vanzi contribuyó con reportes a este artículo. Mindanao es un viejo semillero de insurgencias, con numerosos grupos operando.

Hasta el sitio en Marawi, la más conocida internacionalmente era Abu Sayyaf, un grupo al parecer islamista que se especializaba en el secuestro a cambio de rescate.

El sitio anuncia el ascenso de Isnilon Hapilon, de 51 años, líder de Abu Sayyaf. El año pasado, fue nombrado por el EI como su emir en el sureste asiático. Diversas facciones se han reunido detrás de él, notablemente el Grupo Maute, liderado por los hermanos Omar y Abdullah Maute, que se cree son responsables de bombardear un mercado en la ciudad de Davao en septiembre que mató a 15 personas.

Duterte es el primer presidente originario de Mindanao, y se postuló como quien podía llevar la paz a la región. El bombardeo de su ciudad natal podría haber inspirado su desafío a los Maute.

En mayo, el Ejército filipino recibió un “aviso” de que Hapilon había llegado a Marawi para unirse a los hermanos Maute. Cuando los soldados irrumpieron en la casa donde se creía que estaba Hapilon, se sorprendieron al encontrar a docenas de milicianos bien armados desplegados contra ellos.

Un video difundido más tarde por The Associated Press muestra a los líderes rebeldes tramando la toma de Marawi días antes de que los militares se enteraran de la presencia de Hapilon allí. Cientos de combatientes que se habían reunido en preparación para tomar la ciudad rápidamente pusieron en marcha el plan, quemando escuelas e iglesias y apoderándose del centro de Marawi.

Agravios históricos, pobreza generalizada y zonas anárquicas han creado una oportunidad para el Estado Islámico. Un proceso de paz buscado por el presidente Benigno S. Aquino III se tambaleó en 2015 y ha permanecido estancado bajo Duterte.

“No fue la propagación del EI en Irak y Siria la que propició las células en Filipinas, sino el colapso del proceso de paz”, dijo Abuza.

La audacia de la toma de poder de los rebeldes, aunque fracase a final de cuentas, probablemente atraerá a reclutas de toda la región, incluyendo a miembros de otros grupos islamistas aún descontentos e insatisfechos con un proceso de paz moribundo.

“Si Duterte no se ocupa de eso, este problema va a supurar por mucho tiempo”, dijo Abuza.

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