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REPORTAJE

De la selva a la ciudad, la historia del "bulling" de Erick

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Pilar R. Veiga / EFEPuerto Maldonado (Perú)

Erick nunca se sintió pobre cuando vivía en un poblado de la selva amazónica del río Madre de Dios (Perú), era libre, pero al cumplir 7 años e ir a la ciudad su mundo cambió, sufrió el acoso escolar, tuvo que participar en peleas para hacerse respetar y tardó mucho en confiar en la gente. Su mundo sigue siendo ahora, por su trabajo en una reserva, la naturaleza.

"Pasé de un colegio de solo quince alumnos de todas las edades a otro de dos mil estudiantes, cuarenta por clase. Tenía miedo, no encajaba, me quitaban la mochila, me empujaban, lloraba en el baño y tenía vergüenza", recuerda a Efe Erick Arguedas.

Administrador de un hotel situado en la Reserva Ecológica Inkaterra, rodeado del río de su infancia, Erick ha recibido con cariño y comprensión a la expedición "StopBullying", con la que ocho chicos que han vivido el acoso escolar quieren animar a todos los que lo sufren a denunciarlo cuanto antes.

"Yo me lo comí todo solo, mis padres nunca me preguntaban qué tal el colegio", relata Erick, quien a sus 41 años se acuerda perfectamente de los días que sufrió acoso.

"El cambio de la aldea a la ciudad fue muy chocante, no estaba acostumbrado a estar con tanta gente y siempre me ha gustado más la naturaleza que las personas", explica.

Erick tampoco entendía que a la salida de clase los compañeros quedaran a pegarse: "salías con la cara rota pero después te respetaban un poco".

Un día conoció al hijo de un amigo de su padre que estudiaba en su colegio y que era alto y fuerte y le defendió -"dejen a mi amigo"-.

Pero de su época complicada y triste le quedó que no quería ir a ninguna fiesta de cumpleaños, le daba "pavor" que una chica se le acercara, o no aprendió a bailar hasta los 25 años.

Terminó el colegio, estuvo dos años en el Ejército -"no me enseñaron nada"- y, tras varios trabajos, estudió Turismo. Desde hace quince años trabaja en la selva donde se crió, ha perdido el miedo a la gente y la naturaleza sigue siendo su pasión.

Padre de dos hijos, procura no dejar pasar un día sin preguntarles qué tal en clase.

A Pilar (17 años) le sorprende encontrarse con historias de acoso escolar contadas por adultos, pero comprende "perfectamente" a Erick y afirma rotunda:: "No debería haber existido el 'bullying' en su maldita vida".

Similar opinión tiene Danila (16 años), que cree que lo que le pasó a Erick fue una "injusticia" como muchas de las que han sufrido los miembros de esta "AventuraC95StopBullying".

María, Laura, Oihane, Pilar, Raúl, Mario, Ricardo y Danila han tenido su "bautizo" de selva amazónica -en la Reserva Nacional Tambopata- con travesías de día y de noche en canoa por el lago Sandoval.

Una familia de nutrias gigantes del Amazonas, de casi dos metros de largo, han saludado con sus estridentes gritos a los jóvenes, que también han visto por la noche caimanes anteojos o blancos a la orillas del Madre de Dios (debe el nombre al cuadro de la Virgen que devolvió el río tras el naufragio de unos misioneros).

Tampoco han faltado las marchas a pie por el barro y bajo una lluvia torrencial, cuidando de no pisar varias de las 362 especies de hormigas (récord mundial) que hay en la zona.

Por ejemplo, las hormigas portadoras de hojas (las trocean, la llevan al hormiguero, hacen un lecho que se pudre y los hongos que provoca son su alimento) o las termitas (comen madera podrida y otros materiales del suelo), que marchaban resguardadas por sus "soldados", con la cabeza y la mandíbula más grandes.

A pesar de los repelentes, los mosquitos han tenido su protagonismo entre estos jóvenes valientes, a los que la selva también ha regalado otras maravillas: algunas de las 1.200 especies de mariposas como la mayor de todas, la "Morpho".

Tucanes, guacamayos, loros amazonas y algún Hoatzin (ave pariente de la prehistórica Archaeopteryx), así como monos aulladores, cuyos gritos se oían a más de un kilómetro.

"Estos chavales son el relevo, de ellos depende que siga existiendo el Amazonas, el mayor pulmón de CO2", reflexiona el director de esta expedición, Fernando González Sitges, biólogo y autor de documentales para "National Geographic".

"Y para proteger las cosas tienen que conocerlas y así les empezarán a gustar", apunta.

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