Credibilidad hacia la baja

La credibilidad es un concepto tan manipulable que muchos gobiernos juegan a ganarla sin importar los medios porque, simplemente, sin ella no se percibe que la fuente de poder esté bien cimentada.

Para unos, está directamente relacionada con la verdad, esa que retrata el hecho tal cual, y en la perdurabilidad de la misma, o con la imagen, la buena imagen de un político, de una empresa o de un gobierno.

Para otros, no importa si lo que se informa cae dentro de esa verdad, siempre que la gente piense que lo que se dice “es verdad”, y el agente pueda vanagloriarse de “sus logros”.

Trabajar sobre la base de una credibilidad que se cree ganada, o confiando en una popularidad alcanzada, por ejemplo, a través de unos comicios, es uno de los graves errores de los gobiernos, de elección reciente o no tan reciente.

Confiar en la “bien ganada confianza” de los votantes, los adeptos o los clientes, puede cambiar de la noche a la mañana, en caso de que se perciba que lo expresado en el pasado tenía como objetivo único alcanzar el poder. Los detractores no duermen.

En el caso del recién juramentado presidente estadounidense, Donald Trump, los “errores”, por llamarlos de alguna forma, de las informaciones desde el interior de la Administración hacia la siempre vilipendiada prensa, en especial The New York Times y The Washington Post, afectan directamente a la imagen del ejecutivo.

Luce imposible que a escasos 27 días del cambio de gobierno, hayan ocurrido tantos hechos a veces ilógicos, no necesariamente por política o ideología.

La declaración de que asistieron más personas a la toma de posesión republicana que a la del demócrata Barack Obama. También los ataques verbales contra las agencias de espionaje. El decreto contra el Obamacare, jurando que el nuevo plan de salud tomará “apenas un año”. La reducción de las regulaciones financieras abriendo paso a otro posible descalabro económico. Y ahora los enfermos mentales pueden comprar armas de nuevo y el renunciante asesor de seguridad, Michael Flynn, conversó con el embajador ruso, Sergey Kislyak, sobre las sanciones del gobierno anterior. Ha sido demasiado.