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El “histórico” acuerdo de paz

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Adolfo ValenzuelaSanto Domingo

Todo parecía tan perfecto en el escenario. Los protagonistas del acto, el presidente Juan Manuel Santos y el líder de los rebeldes de las FARC, Rodríguez Londoño, alias “Timochenko”, eran todo sonrisas y saludos y brazos alzados y etcétera. Y los invitados también compartían con alegría el encuentro.

Por fin se logró la firma del acuerdo de paz de un conflicto que duró 52 años, en el que hubo, según de quien informara sobre las cifras, unas 220 mil muertes, 8 millones de desamparados, unos 11 mil 700 niños forzados a luchar en una guerra que desconocían, unas 6,800 mujeres violadas, y muchas otras acciones aberrantes que quedarán en la impunidad.

La paz siempre es mejor que la guerra, pero las atrocidades que quedan sin castigo crean un sentimiento de odio interno que perdura a veces por generaciones. El tan alabado “perdón de corazón” no siempre es un aliciente. Y aquí está la otra parte de la moneda.

El expresidente Álvaro Uribe, en cierta forma responsable indirecto por la firma del acuerdo de paz, luego de una acción militar intensa y constante durante sus años de gobierno, forzó a que los rebeldes se sentaran a negociar.

Pero, y siempre hay uno, mientras algunos saltan de alegría por las firmas, otros se resienten de las concesiones. Y Uribe es uno de ellos.

En detalle, los miembros de las FARC podrán convertirse en líderes políticos, luego de dejar las armas. Además, entre otros puntos, se creó una “Comisión de la Verdad que es un órgano temporal que contribuye a reconocer los derechos de las víctimas pero no a administrar justicia” (?).

Uno de los retos será juzgar a aquellos que cometieron crímenes de guerra, no sólo entre la guerrilla, sino también entre las tropas estatales, porque cada parte jugó el papel que le correspondía en su momento. Legal o ilegalmente.

Queda por verse cuál será el resultado del plebiscito, el 2 de octubre próximo. ¿Y si pierde el “sí”? ¿O celebraron la fiesta antes del matrimonio?

Y aún quedan dos remanentes adicionales: los rebeldes del ELN, que aún no se sientan a discutir su parte, y los muy mortales paramilitares.

De todas formas, celebremos la paz.

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