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RECESIÓN

Puerto Rico: Cobra fuerza la campaña por la estadidad

Porfirio Guerrero se siente cada vez más frustrado con una recesión que ya lleva una década y que ha afectado mucho a su sastrería localizada en la capital puertorriqueña. Cree que la única forma en que la isla se recuperará es pasando a ser parte integral de Estados Unidos, una opinión que gana fuerza en este territorio.

Los puertorriqueños han estado divididos por décadas en torno a si siguen siendo una entidad semiautónoma, si pasan a ser un estado más o se distancian totalmente de Estados Unidos.

La crisis económica por que atraviesa la isla, que tiene una deuda de 70.000 millones de dólares y se apresta a quedar en mora, ha hecho que mucha gente como Guerrero empiece a considerar si se vuelven en un estado de la Unión Americana.

"¿Tú no ves la desolación que hay aquí?", dice Guerrero mientras señala hacia negocios que están en apuros o que fueron cerrados en lo que alguna vez fue un pujante distrito comercial de Río Piedras. "Esto deprime a cualquiera. Necesitamos la estadidad".

Esa impresión fue reforzada cuando el Congreso estadounidense aprobó el miércoles una medida que busca ayudar a la isla a superar sus problemas. La ley, que el jueves fue sancionada por el presidente Barack Obama, permite a Puerto Rico reestructurar parte de su deuda, del mismo modo que lo hacen ciudades y condados de Estados Unidos.

Pero también crea una junta nombrada por el Congreso y la Casa Blanca que supervisará el proceso de restructuración de la deuda y las finanzas de Puerto Rico, al tiempo que requerirá que la isla asuma un presupuesto balanceado y equilibrado.

La medida llegó demasiado tarde pues el gobernador de Puerto Rico el jueves declaró una moratoria en la deuda de cerca de 2.000 millones de dólares que se vence el viernes. La isla es actualmente un territorio libre asociado de Estados Unidos.

Si bien la ley busca ayudar a Puerto Rico, el nombramiento de una junta supervisora y el requisito de que se reduzca el sueldo mínimo de algunos trabajadores alimentan en algunos la sensación de que para los estadounidenses los puertorriqueños son ciudadanos de segunda clase, que se ven obligados a implorar al Congreso en tiempos de necesidad.

"Si Puerto Rico fuese un estado, el Congreso no tendría que aprobar una ley de esta naturaleza", dijo Charlie Rodríguez, expresidente del senado isleño y militante de la causa de la estadidad. "Pero dado que Puerto Rico es un territorio, el Congreso puede hacer lo que quiera". El giro de la opinión pública se refleja en las dificultades por que atraviesa el Partido Popular Democrático, el abanderado de la estadidad.

"El partido se ha descalabrado totalmente", dijo Eduardo Villanueva, analista político que favorece la independencia. Sostuvo que la medida del Congreso "le acaba de dar la estocada final al ELA (Estado Libre Asociado)".

Incluso varios miembros de ese partido admiten que encaran grandes desafíos. "Hay interrogantes legítimos acerca de la dirección que debemos tomar", dijo Roberto Prats, exsenador de ese partido. "Tenemos una crisis fiscal; tenemos una crisis por la deuda, una recesión económica y a la gente que pide que abordemos el tema del status político".

El desempleo llega casi al 12%, más alto que el de cualquier estado estadounidense, lo que alimenta un éxodo de puertorriqueños hacia la Florida y otros estados, algo que, a su vez, refuerza los lazos con Estados Unidos.

Muchos de los problemas derivan del hecho de que la suspensión de ciertos incentivos fiscales generó el cierre de muchas fábricas, a lo que se sumó el alto costo de las pensiones y de la energía. El gobierno isleño, sus municipalidades y sus servicios públicos contrajeron unan deuda de 70.000 millones de dólares que el gobernador declaró imposible del pagar el año pasado, dando paso a una serie de moras.

Puerto Rico ha sido territorio de Estados Unidos desde 1898 y logró una autonomía limitada cuando Estados Unidos aprobó su constitución en 1952. Su status como territorio ayudó a la isla a preservar parte de su identidad cultural, permitiendo, por ejemplo, que envíe una delegación propia a los Juegos Olímpicos y que conserve el español como lengua oficial.

La autonomía conlleva un costo: Los isleños son ciudadanos estadounidenses pero no pueden votar en las elecciones presidenciales y su representante en el Congreso tampoco tiene derecho al voto. Pagan por prestaciones como el Seguro Social (la jubilación) y Medicare (servicio médico), pero reciben menos fondos federales que los estados estadounidenses.

Solo una pequeña minoría apoya hoy la independencia y, en los buenos tiempos, mucha gente como Guerrero respalda el actual status. Pero las cosas han cambiado. "La estadidad lo arreglaría todo", opinó Jaime Cruz, vendedor de loterías de 73 años. "Todo está mal para mí".

Abel Musa, de 43 años y quien vende ropa, dijo que cree que la estadidad ayudará a sacar a la isla de la crisis económica. "La gente ahora está viviendo en la miseria. Estamos tratando de sobrevivir, pero esto está difícil", manifestó.

No ha habido encuestas confiables sobre la estadidad en tiempos recientes. Sin embargo, en un referendo del 2012 el 54% de la población dijo que quería algún tipo de cambio en el status de la isla.

El 61% de los que respondieron una segunda pregunta dijo que deseaba la estadidad. Pero tanta gente dejó esa parte en blanco que quienes apoyan el actual status afirman que el resultado fue demasiado confuso como para ser considerado legítimo.

Los puertorriqueños pueden tener pronto otra oportunidad de expresar formalmente su parecer. Tanto los partidarios del estado libre asociado como los partidarios de la estadidad dicen que quieren un nuevo referendo.

Sea cual fuera el resultado, el Congreso estadounidense tiene la última palabra y podría no ver con buenos ojos la admisión de una isla de casi 3,5 millones de personas con una economía en ruinas, que podría modificar el equilibrio de fuerzas en el Senado.

José Manuel Saldana, expresidente de la Universidad de Puerto Rico que apoya ahora la estadidad, dijo que la gente se está dando cuenta de que el actual status ya no es viable.

"La crisis ha puesto en evidencia que es necesario un cambio, a pesar de que hay ataduras emocionales al pasado", declaró. "Los seres humanos no cambiamos sustancialmente a menos que se presente una crisis existencial. Ya a Puerto Rico se le presentó la crisis existencial".

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