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Pena y amargura en Bruselas por el Brexit

Con el impermeable abierto, un hombre ingresa raudamente en la Comisión Europea. Una periodista le pregunta: "¿Es usted británico?". Él, ruborizado, asiente. La pena y la amargura son palpables en Bruselas horas después de la victoria del Brexit.

Son centenares los británicos que trabajan en el barrio europeo de la capital belga, que concentra al conjunto de las instituciones europeas. Pero este viernes, parecen esconderse.

"Prefirieron no hablar", confía uno de ellos, un alto funcionario de la Comisión. "Sólo puedo decir que para mí es un momento profundamente triste".

También hay pena en otra funcionaria europea, en llantos. Es alemana, pero pasó gran parte de su vida en Gran Bretaña y tiene ahora rencor con los partidarios del 'Brexit'.

Incluso los euroescépticos parecen absorbidos por los resultados, como el grupo de los Conservadores y reformistas del Parlamento Europeo, que reagrupa entre otros al partido del primer ministro británico, David Cameron.

"Me sorprendió", confió su líder, el británico Syed Kamall. "No me esperaba este resultado", agrega comentando de manera improvisada en el salón de un gran hotel de Bruselas los resultados del referendo ante un cuerpo de prensa tan sorprendido como él.

"Es una señal fuerte enviada al resto de Europa", se ufanó. Pero "espero que mantengamos buenas relaciones con ella", añadió.

- 'Un día muy triste' -

A pocas calles de allí, un edificio inmenso, pero vacío este viernes al amanecer, en particular un día como hoy: es el Parlamento Europeo, un hormiguero durante la semana en donde se cruzan eurodiputados, funcionarios, lobistas, representantes de la sociedad civil y periodistas.

"Ahora es el turno de Dinamarca", exclamó, adrede en voz alta, un joven de traje oscuro.

Un poco más lejos, un grupo de alemanes comenta: "Un referéndum en Escocia seguro, también en Irlanda del Norte (ambas votaron por permanecer en la UE) y en Gales (que votó por salir). Ves, así vería las cosas".

Un francés se felicitó: "Es un gran paso para la francofonía" en Europa, antes de corregirse: "más bien para el alemán", cuya influencia creciente en Bruselas y en la UE se hace notar.

También se habla de "dimisión", la del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, aunque nadie haya visto venir tan rápido la del primer ministro David Cameron.

Aunque el día sea histórico, los diputados europeos son sólo un puñado en Bruselas este viernes.

Sólo los más conocidos están presentes, como el presidente de la institución, el socialista alemán Martin Schulz o el ex primer ministro liberal belga, Guy Verhofstadt.

Algunos están de reunión en conferencia de prensa, otros repiten sus elementos de comunicación en todos los idiomas que pueden hablar. Recitan casi palabra por palabra los comunicados ya enviados a la prensa un poco antes.

Por ejemplo Rebecca Harms, presidenta de los Verdes, visiblemente consternada: "Un día muy triste. Tenía esperanza hasta el final".

O su homólogo del Partido Popular Europeo (PPE), la derecha europea, Manfred Weber, amargo: "El mayor problema, por ahora, es el de Gran Bretaña. La libra se derrumba".

Repiten asimismo los discursos sobre lo que deberían o habría que hacer. Nada muy concreto: en el Parlamento Europeo, como en el resto de las instituciones, nadie sabe qué es lo que va a pasar.

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