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ELECCIONES | SERIE ESPECIAL

Brasil está en la recta final de sus comicios presidenciales

142,8 MILLONES DE BRASILEÑOS ESTÁN CONVOCADOS A VOTAR HOY DOMINGO

Tras el fuerte y último debate televisivo de la campaña electoral de segunda vuelta entre los dos candidatos presidenciales, en el que la forma convincente en que se expresaran sería determinante para obtener una victoria electoral, según los analistas políticos, la población espera hoy tranquila el momento de votación. Anoche mismo concluyeron los bandereos, expresiones en favor o en contra de los candidatos y los anuncios de respaldo a Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PTE), y Aecio Neves, del Partido de la Social Democracia Brasileña, mientras los aspirantes a la Presidencia de la República vivían los momentos más tensos de sus vidas. Era el momento decisivo, pues dependiendo del impacto que pudieron causar sobre la población identificada como indecisa y sobre los definidos que necesitaban un poco de aliento para confiar en su elección, estaba la posibilidad de abrazar el triunfo electoral nuevamente, en el caso de Rousseff, o hacerlo realidad, como es el sueño de Neves. La presidenta y candidata a reelección por el PT lucía extremadamente cautivada por la presión del momento, porque de no captar la confianza de los votantes estaría cerrando su periodo presidencial con una tela de juicios sobre un supuesto manejo corrupto de la economía, señalado mayormente por el caso de la empresa petrolera Petrobras. No obstante, sus respuestas tanto al candidato opositor, como a los votantes que componían el público de la sala televisiva de Globo Visión y que se les permitió hacer preguntas, fueron contundentes y sustentadas en hechos concretos y comprobables en documentos institucionales. Ella no tenía la habitual sonrisa y simpatía natural que identifica a las mujeres, sino la cara de la gobernante y la seriedad y peso que amerita el manejo de un país tan desarrollado e independiente totalmente de las influencias políticas, sociales y económicas que pudieran generar las grandes potencias del mundo. En tanto, el candidato Aecio Neves, quien tenía bajo sus hombros toda la presión de la clase productiva de Brasil, apostando por él para que abriera la brecha de la expansión de la inversión y las relaciones bilaterales con Estados Unidos y la Comunidad Europea, se presentó al escenario de manera serena, sonriente y confiado en que los brasileños le darían su voto de confianza por el cambio de generación política. Lo que estaba en exposición en la televisión para 200 millones de habitantes de Brasil y el resto del mundo era la voluntad de un joven político de 54 años de reorientar la política económica del país, probando nuevos métodos de trabajo, y la sabiduría y experiencia de una mujer de 56, jefa de hogar, que supone un mejor entendimiento de los problemas de las clases desposeídas. Dilma tuvo que resistir la presión de una y otra pregunta de ataque sobre el mismo tema: la corrupción y el supuesto conocimiento de ella y el expresidente del país y líder de su partido PT, Luis Ignacio Lula Da Silva, sobre las operaciones fraudulentas realizadas en Petrobras y las consecuencias alegadamente desastrosas para el país. Él, de su lado, también recibió duras críticas sobre el alegado mal gobierno de Fernando Henrique Cardoso, líder de su organización política, PSDB, y en todos los casos se defendió alegando que su gestión le impregnará a Brasil el nuevo empuje económico y liberal que le permitirá escollar en nuevos horizontes. La visión futurista de Neves y la alusión a lo construido en el pasado por la presidenta Dilma Rousseff matizaron los cuatro debates televisivos que se realizaron en esta campaña de segunda vuelta, con mayor énfasis en el último realizado este viernes patrocinado por TV Globo. En la primera vuelta se realizaron 10. En ese tenor, el analista político Thiago Arangao consideró que en todo este proceso Aecio ganó mucho terreno, aún teniendo la desventaja de representar el futuro “incierto” lleno de promesas de mejoría contra una batalla bien ganada y demostrada de la Presidenta actual. Sobre la presidenta y candidata dijo que ella, a pesar de que no ha podido consolidar y garantizar su continuidad, como se evidencia en el crecimiento sustancial de su contrincante que ha pasado de 20 por ciento del favor de los votos a 47, términó con un buen margen de confianza y credibilidad en los electores. Recordó que antes del último debate, el candidato Aecio era visto por la encuestadora Veritas con tres puntos por encima de Dilma en esta segunda ronda electoral. Esta fue la única encuestadora que acertó en el puntaje de la primera ronda electoral. Para ilustrar ese panorama de confusión relató que Dilma permaneció mucho tiempo con 35 por ciento, subió a 44, luego a 45 y se quedó en el 41 en la primera vuelta, mientras que en la segunda ronda comenzó con 44, bajo a 41, subió a 47, volvió a 44 y ahora está en 54. El problema de él ha sido - aclaro- que los ataques de la Presidenta respecto a su desmedida forma de consumir bebidas alcohólicas e irrespetar las normas urbanas y de tránsito eran nuevas para el electorado y fueron devastadoras para la imagen del candidato, mientras que las que éste hacía sobre corrupción en contra de ella todo el mundo las conocía por las constantes denuncias que hacían los medios de comunicación y causaron un menor efecto. “Los votantes han llegado a una situación casi esquizofrénica con el panorama caldeado de los dos candidatos presidenciales y más con una historia de cambios que vienen generados por los últimos gobiernos y por el progreso sustantivo que ha tenido Brasil y que todos entienden que no se debe detener”, sintetizó.

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