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DESARROLLO VIAL

Arrabalización se apodera de las autopistas Duarte y Las Américas

CASUCHAS IMPROVISADAS CAOTIZAN TODO EL ENTORNO DE ESTAS IMPORTANTES VÍAS

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José Rafael VargasSanto Domingo

Santo Domingo.- La autopista Duarte, por los alrededores de Villa Altagracia, que debió ser una vía libre para el tránsito vehicular, poco a poco se ha ido convirtiendo en una vía caótica para el conductor, debido a la arrabalización en que han convertido ambos lados de la carretera, con la construcción de cientos de casuchas improvisadas y la destrucción de los árboles que mostraban el verdor del camino. Terrenos privados y del Consejo Estatal del Azúcar han sido ocupados por una red que se mueve en esa zona, la que luego se ocupa de revender esos terrenos o de asentar familias pobres que se trasladan allí desde diferentes puntos de Villa Altagracia y otras provincias del país. Ya hay barrios levantados de más de 50 casas en los alrededores de la autopista Duarte, en las áreas cercanas a Villa Altagracia, pese a la disposición oficial que se tomó cuando se amplió a cuatro vías la autopista Duarte. En ese momento se dispuso que hubiera que desviar la carretera de Villa Altagracia, porque la aglomeración de personas y negocios al lado de la vía podía provocar accidentes y crear caos en el tránsito. Durante los primeros años la disposición se cumplió, y solo se veían en la vía los negocios y escasas residencias que existían en la cercanía de la nueva carretera, que no pasaban de diez. Sin embargo, en los últimos siete años el caos se ha apoderado de la carretera Duarte (antes autopista), y transitar por allí es un verdadero viacrucis. Los levantamientos de casuchas destartaladas se producen a plena luz del día, con tumba de árboles que poco a poco van erosionando el suelo, principalmente en los alrededores de la Cumbre, kilómetro 61 al 69, donde ya la Secretaría de Obras Públicas ha tenido que hacer inversiones millonarias para poder resolver el problema de los derrumbes que afectan la zona. Problemas de derrumbesDesde hace varios meses hay un desvío del tránsito en La Cumbre, y amén de las molestias que esto produce al conductor y la pérdida de tiempo que conlleva, también está el peligro de sufrir un accidente. Obras Públicas trabaja intensamente para corregir el problema del derrumbe, pero ahí mismo, donde se hacen esos trabajos, se están levantando varias casuchas, en el lateral derecho de la vía, a la vista de todo el mundo, y sin que nadie haga nada. Hace tres años que los propietarios de terrenos de La Cumbre vienen reclamando parar esas invasiones y la destrucción del habitad ecológico que caracterizaba La Cumbre, donde han sido cortados centenares de pinos de 70 y 80 años, en unos casos para venderlos y en otros para el conuquismo y para levantar estas casas de zinc viejo y maderas usadas, sin ningún control ni manejo urbanístico. Hace tres años esa situación causó gran preocupación entre muchos empresarios y altos ejecutivos que transitan por la carretera Duarte, pero principalmente por los dueños de propiedades de la zona, quienes ven con asombro esta arrabalización, que muestra la imagen de un país que por un lado vende al turista extranjero nuestra particular belleza natural, pero cuando se camina por su zona más privilegiada, que es el Cibao, entonces se encuentra con este desorden a ambos lados de la principal vía, mostrando la imagen de un país de la selva. En esa ocasión, el entonces procurador general de la República, licenciado Francis co Domínguez Brito, anunció un plan de gobierno para frenar esa anarquía y devolver el esplendor a la carretera Duarte. El plan nunca funcionó, y los secretarios de Medio Ambiente han visto crecer esas casuchas sin hacer nada, por el temor a la clientela política. Anarquía vialDe nada ha valido la inversión de 250 millones de dólares en la autopista Duarte, y los 18 millones usados para crear los muros de contención a ambos lados de la vía, porque a esa fea realidad se agrega otra más penosa, la anarquía con que se maneja en el país, donde tenemos conductores sin licencia, sin seguro, sin luces traseras, sin matrícula, que apenas cambia el guía de un mulo por el de un carro, camión, volteo o patana, y usted los ve a diario en la carretera destruyendo todo lo que encuentran. Por eso el 90% de los muros están destruidos, pese a la resistencia del metal. En los alrededores del aeropuerto internacional de Las Américas la situación es mucho peor, porque los turistas que vienen al país, cuando están aterrizando y miran a su alrededor, lo que ven son casuchas inservibles que se han levantado sin control, creando la imagen de un país del cuarto mundo. Desde la Caleta hasta Boca Chica, todo ese entorno del aeropuerto es expresión de la peor publicidad que puede tener un país. Y ese lenguaje ya es conocido y está escrito. Cuando usted va a un país y ve que el tránsito es un desorden y desde el avión usted observa la forma en que se levantan las urbanizaciones, ahí mismo se forma una idea de lo que es ese país. Esa es la percepción negativa que se puede crear cualquier ciudadano que venga al país y que mire los alrededores de la autopista Las Américas, en las áreas cercanas al aeropuerto. Ha faltado un plan urbanístico que funcione, con adecuados controles. Pero también ha faltado respeto por terrenos privados y por los propios predios del Estado. Y esa situación se sigue produciendo a todo lo largo y ancho del país. Los alrededores del parque Cibernético están cubiertos por estas barriadas improvisadas, precisamente en zonas de un enorme potencial turístico.

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