Gracias madre

Eres la manifestación práctica del amor, la expresión genuina de ternura y compasión, el mejor refugio para el niño inseguro y la fuente en la que tus hijos hayan fortaleza al escuchar tus sabios consejos. Eres ese ser especial a quien Dios ha dotado de virtudes extraordinarias, que te facultan para albergar en ti misma una criatura por nueve meses y luego acompañarla, como maestra de la vida para proveerle lo preciso y oportuno en cada una de las etapas de su desarrollo hasta cultivar una personalidad saludable, capaz de bendecir a otros con la bendición con que ha sido bendecido.

Gracias madre porque: ï Tu dulce amor y ternura nos da ese sentido de pertenencia que como individuos necesitamos.

ï Tu abnegación nos enseña que mayor provecho hay en dar que en recibir.

ï Tu paciencia al enseñar nos afirma que a su tiempo segaremos si no desmayamos.

ï Tus elogios y reconocimientos nos facultan para hacer las cosas cada vez mejor.

ï Tu apoyo en las adversidades nos da la fuerza para poder levantarnos cuando caemos.

ï Tu forma oportuna de disciplinarnos, nos abre los ojos para distinguir el bien del mal, apartarnos de éste y recoger los frutos del bien hacer.

ï Tu atinada negación a nuestros caprichos, nos libra de un corazón egoísta que todo lo quiere para sí y nos enseña la bendición de compartir y el privilegio de servir a los demás.

Tu amor sacrificial nos enseña a buscar el bienestar de los demás para encontrar en ello, nuestro propio bien.

Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra. Efesios 6:2-3