Vinieron las lluvias

Vinieron las lluvias y el país se sumió en un caos, lo mismo que sucede cada vez que las aguas nos cubren. Las ciudades no están preparadas para un cúmulo de agua de esta magnitud, y como siempre las víctimas son las personas más vulnerables. Los ríos se salen de madre, los campos anegados, las carreteras llenas de obstáculos, unos cuantos puentes caídos... El balance es el de siempre, no parece que aprendemos, que la naturaleza vuelve a ganar la partida. Si nos sirve de consuelo, no somos los únicos que pasamos calamidades cuando nos azotan los aguaceros. Es más, somos afortunados, en otros lados los desastres son de mucha mayor magnitud, deslaves que arrastran pueblos enteros, derrumbes que cubren carreteras y causan muchos muertos, caudales de agua que arrastran casas y animales, cuando no vehículos de todo tamaño... Sí, definitivamente somos afortunados, en nuestro país las calamidades no toman esas catastróficas dimensiones. En casa la humedad lo arropa todo, por suerte el agua no se metió por ningún lado a pesar de que Emma estuvo atenta para desalojar el agua invasora, a escobazos. Nos limitamos a contemplar la lluvia y el cielo gris plomizo y a aburrirnos todo el fin de semana porque con tanta lluvia, no quisimos salir a ningún lado. Emma aprovechó el ambiente triste y húmedo para preparar un sabroso sancocho que tuvo la virtud de reconfortarnos y hacernos ver el mundo de otro color.