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Destino

La plaza Anastasia, con mucho que ofrecer

Restaurantes. Muchos están ubicados en la calle principal. Los comensales pueden escoger entre comer dentro o fuera del establecimiento.

Restaurantes. Muchos están ubicados en la calle principal. Los comensales pueden escoger entre comer dentro o fuera del establecimiento.

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María Isabel MatosVerona, Italia

Cualquier lugar es bueno para comer en Verona, Italia. Los pequeños locales, muchos de ellos ubicados en la calle principal, ofrecen al instante la oportunidad de saber cuál es la oferta gastronómica del día; sus pizarras dan información detallada de una gran variedad de platos. A veces es difícil decidir y una ternita puede ser la recomendación del camarero.

Pero la comida no es lo más importante en este recorrido, ni tampoco el anfiteatro Arena, ni la casa de Julieta ni la torre Lamberti. La parada “obligatoria” y la más importante para mí es la plaza Anastasia, donde se encuentra la basílica del mismo nombre.

Lo interesante de este espacio, donde cientos de turistas hacen una parada para tomar fotos y descansar, es la historia que alberga en las edificaciones que la conforman.

La basílica Santa Anastasia es la protagonista. Me llamó mucho la atención los colores del arco que se forma desde el suelo, ofreciendo una profundidad visual con diferentes dimensiones. Me acerqué y toqué. Aquel material que me hechizó y que contrastaba con el ladrillo rojo, era mármol de tres colores diferentes. Enigma resuelto.

Construcción

Santa Anastasia fue construida al lado de un convento. Básicamente, se divide en tres naves. En su interior, el mármol también dice presente en algunas de las columnas que sustenta la edificación de un inconfundible estilo gótico. Abundan las capillas, figuras de santos y cuadros.

A la izquierda de la basílica hay un patio cuya entrada es sumamente particular. Un gran arco da acceso a dicho espacio, y sobre él se divisa algo que parece ser una especie de tumba, y efectivamente lo es.

Es lo que se conoce como el sarcófago de Guglielmo de Castelbarco. Un santo (pensé), pero no. Era una persona pudiente de la ciudad, al que se le atribuye un enfrentamiento con un obispo de Trento (una sociedad sacerdotal), y como resultado fue excomulgado.

¿Y por qué está enterrado en este lugar? Le pregunté al guía. A lo cual me respondió como una grabadora: “Castelbarco contribuyó a la construcción de Santa Anastasia y también a la iglesia de San Fermo. Murió en 1320, y defendió hasta el final a la familia que gobernaba en aquel entonces”. Muchas historias por conocer solo en un plaza, un fascinante viaje que nos invita a descubrir cada rincón de Verona.

Atractivos. Cada rincón tiene una interesante historia.

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