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Orientación

Los adolescentes y la enfermedad terminal

Consejo. Hay que tratar de mostrar fortaleza para que ellos también la tengan y luchen contra lo que les está pasando.

Consejo. Hay que tratar de mostrar fortaleza para que ellos también la tengan y luchen contra lo que les está pasando.

Hay muchas situaciones duras en la vida de un padre y de una madre. Sin embargo, una de las pruebas y tragos más amargos en la ardua tarea de serlo es tener un hijo o una hija con una enfermedad terminal. El momento de la noticia tanto a los padres como al mismo paciente según la edad, son momentos terriblemente dolorosos.

Lo más triste es que no hay una preparación que lo haga menos duro. Es una situación inevitable y que hay que enfrentar. Sin embargo, cómo se enfrente y la actitud que se asuma puede hacer una gran diferencia para ayudar a llevar el proceso y la situación de una manera menos negativa.

Los padres por ser muchas veces protectores, ocultan lo que en realidad está sucediendo o no son lo suficientemente honestos con relación a lo que está pasando o va a suceder cuando se diagnóstica en un hijo una enfermedad terminal. Pero es importante que se sepa, que tanto niños como adolescentes pueden saber de manera intuitiva que algo les esta sucediendo, pero al ver o sentir la tensión y/o tristeza a su alrededor se cohíben de preguntar y hasta de discutir con los padres sobre el tema por temor a herirlos aun más, ya que ven que por alguna razón están sufriendo.

Como padres se debe tener claro que cuando sucede un evento triste, no esperado, el ambiente cambia, y por más que se quiera ocultar, está ahí, y se hará de alguna manera visible en algún momento. Las conversaciones de los adultos, las expresiones de tristeza, las preocupaciones que comienzan a evidenciar, las visitas a los doctores, todo es evidencia de que algo está sucediendo.

Por esto, ocultar o negarle a un menor lo que le está pasando, aunque la intención es buena, al final puede resultar en un acto de egoísmo, ya que con esa protección bien intencionada, pero fallida en su consecución, se le niega la oportunidad de poder expresar sentimientos soterrados, de miedo, ira y frustración; sobre todo, si la enfermedad tendrá un desenlace final en la muerte.

Se debe analizar la edad en cuestión para explicarle lo que acontecerá en lo adelante. Por otro lado, se debe dar el permiso de expresar todo lo que sienta, ya que a partir de esto, se debe trabajar para lograr canalizar esos sentimientos de rabia, miedo, ira o frustración.

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