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COSAS DE DUENDES

Testigos: el regalo de Malvina

Malvina Modesto estaba de cumpleaños. Una fecha especial para cualquier adolescente dominicana. Ese día celebraba sus quince años y esperaba recibir un regalo. Lo que anhelaba con más afán eran unos polvos para la cara que costaban siete centavos, pero ni siquiera aquel presente tan modesto estaba al alcance de su familia. Pese a esto, ella seguía a la expectativa, y parecía tener razón.

Su padre, un hombre muy creyente, la llamó y le dijo que fuera a la iglesia Santa Bárbara y entrara al Santísimo, que allí le entregarían su regalo. Obediente, hasta la iglesia llegó Malvina. El Santísimo estaba cerrado, pero como el sacerdote la conocía muy bien la recibió y le preguntó qué deseaba, ella le dijo que su papá la había mandado a buscar su regalo de cumpleaños.

El religioso abrió y permitió que Malvina entrara al Santísimo. En ese lugar sagrado se quedó sola aquella diminuta adolescente que desde abajo miraba la hostia consagrada, el Cuerpo de Cristo, colocada un par de metros sobre su cabeza.

No podía mirarla de cerca porque estaba muy alta. Pero mientras Malvina esperaba por su regalo sintió que era elevada a la altura del Santísimo y pudo ver, frente a frente, el Cuerpo de Cristo. Ese día Malvina experimentó que sobre ella se derramaba una unción del Espíritu Santo que permanece hasta el día de hoy. El regalo que recibió fue su consagración al Señor.

Hija de una madre que no sabía leer pero en una familia donde Dios era el centro, Malvina nació en Azua en medio de la pobreza. Lo cuenta cada vez que se pone de pie ante cientos de personas que la escuchan arrobados. Porque Malvina tiene ahora más de 80 años, recorre el país y el mundo predicando la palabra de Dios. Ha sido reconocida incluso por el papa Francisco quien dijo que mujeres como ella son sus mujeres.

Desde el año 1974 Malvina pertenece al Movimiento Carismático dentro de la Iglesia Católica. Ella encabeza el Ministerio Buena Nueva. La he visto bendecir a sacerdotes y transformarse de una anciana que necesita ayuda para caminar a una mujer cuya voz suena con la fuerza de un trueno. Doy testimonio de que Malvina ha sido convertida por Dios en un gran regalo para el espíritu de quienes la escuchan. Ahora ella es el regalo.

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