La temporada

La temporada navideña, como siempre, es ajetreada en casa. Emma toma las riendas del asunto y se multiplica para llevar a cabo todos los cometidos que exige el mes más bonito del año: diciembre. El día primero, la emprendimos con el arbolito. Tuve que ir un par de veces al centro comercial cercano porque hicieron falta luces y luego una de las instalaciones sobrevivientes del año pasado pasó a mejor vida una vez colocada en el árbol, para gran disgusto de mi factótum. Yo la consolé diciéndole que no se iba a notar porque la taparíamos con una nueva y además, con las bolas doradas de diverso tamaño que tenemos.

Una vez confeccionada la decoración del arbolito, con todas las luces resplandeciendo, colocamos la corona a la entrada, pusimos alfombras de motivos navideños y todos los adornos que acostumbramos regar por toda la casa. Ya no armamos el nacimiento, para disgusto de mi morena cocinera, la que gozaba a más y mejor ayudando los nietos en la empresa. Ahora pongo un bello conjunto de la Virgen, san José y el Niño, al lado del arbolito que tampoco es tan grande, aunque se ve bien porque lo colocamos encima de una mesa. Los nietos ya son grandes y nosotras más viejas, no estamos ya para tanto trote. Vendrá la familia como siempre y lo pasaremos muy bien, gracias a las delicias que Emma preparara...