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Orientación

Los jóvenes tienen su tiempo para madurar

Según el diccionario la conciencia se refiere a la capacidad que nos indica qué está bien y qué está mal. A partir del momento en que aprendamos esto, comenzamos a tener madurez.

¿Cuándo será que este muchacho va a cambiar? es una pregunta que escuchamos a modo de exclamación en padres, amigos y maestros. Lograr que la madurez mental vaya acorde con la edad cronológica parecería una utopía en nuestros tiempos de tecnología, y muchas veces es cuestionable a qué edad realmente la persona adquiere un nivel de conciencia sobre sus actos y sobre sí mismo.

Primero debemos definir este concepto de un modo objetivo. Entonces: ¿Qué es conciencia? Según el diccionario la conciencia se refiere a la capacidad que nos indica qué está bien y qué está mal. Es el conocimiento que un ser tiene de sí mismo y de su entorno, pero también puede referirse a la moral, aparte de las actitudes que uno posee y todo aquello que le interesa y motiva hacia la satisfacción de las necesidades personales.

Nuestra forma de ser no es estática ni definitiva a lo largo de la vida, aunque hay algunas características que acompañan al individuo a lo largo de su vida. La forma de pensar, sentir, comportarse, relacionarse, los intereses y motivaciones son distintas en las diversas etapas evolutivas de la vida y aunque el conocimiento de uno mismo es acumulativo y adaptable a las circunstancias de la vida presente, la implementación de ese conocimiento no será idéntico en la adolescencia y en la adultez.

El proceso de autoconciencia involucra un estado de observación de uno mismo que permite identificar, interpretar, evaluar y modificar las manifestaciones de los estados internos y las manifestaciones que se hagan hacia el ambiente externo.

Los niños comienzan a ser conscientes desde bebés cuando comienzan a recibir información y estímulos a través de los sentidos, así como también inicia el conocimiento y control del efecto que produce el llanto o algunas reacciones, en el mundo de los adultos que les rodean. En la adolescencia todo suele ser diferente, ya que en esta etapa inicia un tránsito de la infancia hacia la adultez, en la cual interactúan diferentes factores en la formación de la personalidad, tanto elementos internos como externos inciden en el desarrollo de los niveles de conciencia y responsabilidad.

Se trata de reconocer los propios pensamientos, emociones y conductas, reconocer los patrones que se dibujan en el proceder cotidiano y que trascienden hasta convertirse en la personalidad e identidad. Es quizás una de las etapas mas difíciles y contundentes en la formacion y reafirmación de valores, autoconocimiento y valoración.

Todas las personas tenemos un nivel de autoconciencia natural, que nos indica qué nos gusta, qué nos molesta, qué nos entristece y qué queremos lograr en la vida, pero en muchas ocasiones, ese nivel de autoconciencia es bajo o se encuentra circunstancialmente suprimido.

Entre más profundo y amplio sea el nivel de autoconciencia que tiene un individuo, más control posee acerca de sí mismo, aunque es una realidad que ninguna persona logra tener conciencia completa acerca de sí misma ya que sus condiciones de la vida cambiarán, requiriendo que aprenda a pensar, sentir, comportarse y relacionarse de nuevas formas y de acuerdo a las demandas de sus nuevas circunstancias.

Sin embargo, es una realidad que existe una base que rige nuestros pensamientos, emociones y conducta, dirigida muchas veces por la conciencia propia, la conciencia moral y social que hemos desarrollado.

Cualquier conocimiento que tengamos acerca de nosotros mismos es un conocimiento histórico, dado que solo podemos conceptualizar las formas en las que tradicionalmente nos hemos comportado adaptativamente a condiciones pasadas.

(+) SUSTENTAR SOBRE UNA BASE DE CONOCIMIENTOS Reflexión. El conocimiento sirve en todo caso para planificar nuestro comportamiento presente y futuro. Lo más conveniente es desarrollar un mecanismo de autobservación y pautas de reflexión que nos permitan anticipar objetivamente nuestro proceder con base en el conocimiento que tenemos de nuestro proceder anterior siendo flexibles ante las posibilidades que siempre tenemos de adaptarnos a las nuevas condiciones.

Análisis. Formar individuos conscientes requiere de inversion de tiempo, de supervisión y de enseñar a realizar análisis de consecuencias ante todas las acciones, desde temprana edad, logrando de este modo la comprensión de los resultados de acciones negativas y acciones positivas.

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