Genios y figuras, colecciones del Reader’s Digest Santa Teresa de Jesús

Las palabras del padre Aryadis en el sermón de la misa de 8:00 de la mañana el domingo pasado me conmovieron profundamente, parece que las estaba esperando. Reconfortantes, esperanzadoras, nos hicieron recordar que la ilusión no se pierde y además que hay que depositar infinitamente la fe en Dios. Por esa razón sé que la oración me sostiene. No pierdo las esperanzas, no importa que las víboras ataquen, se burlen, o que su hacha casi nos toque porque Dios cubre a los suyos y se apiada del pobre. Él saca bondad de las piedras. No hay que buscar grandes cosas para sobrevivir, pero sí guardar en el alma las experiencias que se viven cada día y hacer que la misericordia nos cubra.

Habló también de Santa Teresa de Jesús. Sobre su calor humano, su chispeante ingenio, su entereza, bondades que unidas a su profunda espiritualidad, hacen de ella una de las grandes mujeres de la historia. Agrego yo que, en su momento, fue lo que se dice ahora una inmejorable emprendedora, ya que sin recursos, fundó varios monasterios de Carmelitas Descalzas. Esto hizo que la gente de la ciudad, viendo que se le venía encima otra institución que iba a depender de su caridad, se rebelara y fue necesario que las autoridades eclesiásticas se pronunciaran a favor de la “noble locura” de Teresa, para que se le permitiera conservar la casita de piedra que se levanta en las afueras de la ciudad, dedicada a San José.

A pesar de todas las dificultades y carencias, el legado de esta valerosa monja, canonizada a los 40 años de su muerte (en 1582), permanece intacto. El 27 de septiembre de 1970, el papa Paulo VI proclamó a Santa Teresa de Jesús la primera ‘Doctora de la Iglesia’, encumbrándola a nivel de colosos esprituales como San Agustín, lo que interesó no sólo a católicos, sino también a todos los creyentes religiosos del mundo.