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Historia

Viviendo con el enemigo a cuestas

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Rosmery Féliz CalderónSanto Domingo

Algunos seres humanos no les prestan atención a su salud. Los estudios revelan que la mujer acude con mayor frecuencia a buscar ayuda por su bienestar. Sin embargo, los hombres deben chequearse al igual que ellas, pero la realidad es otra.

Algunos dicen: “Yo me siento bien, yo no tengo nada”, otros prefieren esperar algo grave para visitar a un médico y hay quienes de ninguna forma buscan ayuda aun tengan síntomas de algún mal.

Este tipo de acción hace que, cuando vengan a enterarse de que tienen el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), por ejemplo, ya es demasiado tarde. El tema se trata a propósito de que hoy se conmemora el Día Mundial de la Lucha Contra el Sida, el cual encuentra una alta incidencia de afectados en República Dominicana.

Julio Baéz, nombre ficticio, de 35 años, es uno de los de la larga lista. Con apenas 24 años se contagió, y a partir de entonces su vida dio un giro de 360 grados. Hoy comparte su historia con LISTÍN DIARIO. Admite que abusó de su juventud. “Enamoraba y estaba con diferentes chicas a la vez, me sentía el dueño del mundo”, cuenta.

Pero su universo se derrumbó cuando comenzó a sentir pequeñas molestias al orinar, un leve dolor de garganta y le comenzaron a salir llagas en la boca, pero todavía sintiéndose así, nunca fue al médico.

Se enteró de la funesta noticia cuando buscando empleo lo mandaron a hacerse análisis, incluyendo una prueba del VIH, la cual resultó positiva. “Al principio no lo creía, y empecé a beber y seguía disfrutando mi vida, luego me empezó a dar fiebre y a veces me sentía fatigado”, relata Baéz. Continúa: “No quería aceptarlo y me puse a pensar que no tenía una relación estable, es decir, estuve con diferentes mujeres sin protección”. Se toma un tiempo para recordar ese período de su vida y relata que cuando admitió que sí tenía la condición, quiso hasta suicidarse tirándose del puente. “Pero un grupo de personas me agarró y una señora cristiana en ese momento empezó a hablar conmigo y me dijo que todo es parte de un propósito”, relata con los ojos llenos de lágrimas.

Dice que no podía dormir pensando en eso. Se dio cuenta de que a las personas les afecta más padecer de alguna condición mortal de este tipo, por lo que implica en sí mísma, provocando la depresión en que caen hasta aceptar que tienen tal afección. Lo más fuerte para él, fue tener que decirles a sus padres y demás familiares que estaba infectado con el VIH.

Algunos consejos Hay muchas personas que abusan de su juventud, a estas Báez les dice: “Cuando vayan a tener relaciones sexuales protéjanse porque nunca se termina de conocer completamente a las personas”, aconseja.

Sostiene que los chicos deben usar protección para que no les pase como a él y a las chicas que contagió. “Deben pedir a sus parejas que se protejan, ya que hay muchos maliciosos”, insiste.

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