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¿QUIÉN ESTÁ EDUCANDO AL PUEBLO?

Dios es fiel, siempre

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Maruchi R. De ElmúdesiSanto Domingo

Las lecturas de hoy nos hablan de la fidelidad de Dios y de cómo él mantiene esa “fidelidad perpetuamente”, a pesar de nuestra infidelidad.

Y es que Dios siempre perdona, el hombre a veces perdona, y tenemos que tener bien claro, que la naturaleza nunca perdona. Por eso, muchas veces creemos que Dios es el que castiga. Y Dios nunca castiga. Él siempre ama a sus hijos. Es la naturaleza que resiente lo que se le hace. No podemos burlar las leyes de la naturaleza. La naturaleza es fiel a sus leyes. Y es la que nunca perdona.

San Pablo le pide a Timoteo en su primera carta, que sea siempre fiel al Señor, practicando la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la delicadeza. Que debe combatir el buen combate de la fe.

Conquistar la vida eterna a la que fue llamado. Todos hemos sido llamados a la Vida Eterna.

Jesucristo nos ha devuelto la vida eterna con su pasión, muerte y resurrección. Por eso debemos de ser agradecidos.

San Lucas, en el evangelio de hoy, nos narra la historia del hombre rico y el mendigo Lázaro. Es un evangelio bien conocido por todos los asiduos a la lectura de las Sagradas Escrituras: “El mendigo muere, y los ángeles lo llevan al seno de Abraham, y cuando muere el rico, lo enterraron, pero no gozaba de la alegría del cielo, sino que penaba en medio de los tormentos, y viendo a Abraham y a Lázaro en su seno, gritaba: Padre Abraham, ten piedad de mí. Manda a Lázaro que moje en agua la punta de su dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas. Abraham le contestó: Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro a su vez, males, por eso encuentra él aquí consuelo mientras tú padeces. Además, entre ellos hay un gran abismo que nadie puede pasar aunque quiera. El rico insistía en que Abraham debía enviar a Lázaro a la casa de su padre, para que sus hermanos no cometieran el mismo error que él y no vayan a ese lugar de tormento. Pero Abraham, decía que ellos tienen a Moisés y a los profetas que lo escuchen.

El rico le contestó que solamente si un muerto va a verles, se arrepentirán. Sin embargo, Abraham, le dijo: si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso, ni aunque resucite un muerto.

El hombre siempre ha sido descreído. Recordemos a Santo Tomás cuando dijo que si no veía los clavos en las manos del Señor, y la marca en su costado no creería.

Pero el Señor siempre es fiel a pesar de la infidelidad de los hombres. Y siempre perdona.

¡Qué pena que seamos tan malagradecidos! Este evangelio nos debe enseñar que la vida se nos ha dado para que la aprovechemos haciendo el bien a todos los hermanos, los que nos gustan y los que no nos gustan. Y la riqueza se nos ha dado para servir, no para dominar al otro. Que el Señor nos ayude “a realizar una verdadera ‘conversión’ de pobreza evangélica, que pueda librarme de las ataduras y cadenas que me quitan la libertad para vivir la autenticidad del Evangelio, que pueda convencerme de que la pobreza de corazón, es el corazón de la pobreza, y es manantial cristalino de paz y de fraternidad”. Amén (tomado de Rayo de Luz).

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