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COSAS DE DUENDES

Excelencia, bondad y maldad

Howard Gardner, profesor de la universidad de Harvard y creador de la teoría de la inteligencia múltiple, que ha cambiado el criterio para la evaluación de las competencias, llevó a cabo un estudio entre 1,200 individuos con el objetivo de determinar si una mala persona puede llegar a ser un profesional excelente.

Por supuesto, voy a compartir con mis lectores los resultados de esa investigación, pero antes quiero sondear su percepción al respecto.

De ahí que me atreva a preguntarle su opinión. ¿Usted qué cree? ¿Los malos llegan a ser buenos profesionales? ¿Al igual que yo, piensa que una cosa no tiene que ver con la otra? Si esa es su opinión, resulta comprensible.

La mayoría de las veces, a la gente aguerrida, que avanza dando codazos y es capaz de cualquier cosa para alcanzar objetivos, se le considerada como más capacitada que los generosos y menos agresivos.

Solemos ver como una cualidad, y no como un defecto, las actuaciones mezquinas, el uso de zancadillas, con las que algunos individuos logran avanzar. De manera que muchos creemos que sí, que se puede ser mala persona y buen profesional.

Pues fíjese que si usted pertenece a quienes sostienen esta afirmación, al igual que lo estaba yo, está equivocado.

Según Gardner, lo que reveló el estudio que llevaron a cabo es que para ser un buen profesional necesitamos también tener ciertas cualidades como seres humanos: la identificación con el otro, el sentido de solidaridad, de compromiso, de lealtad y de sacrifico en bien de un objetivo común.

La gente egoísta, ambiciosa, que trabaja centrada en sí misma y busca avanzar por un sentido de codicia o vanidad, al final, no puede ser un buen profesional. Es posible, dice Gardner, que logre desarrollar habilidades técnicas, pero nunca alcanzará la excelencia. Esta solo la logra la buena gente, según lo constatado por este experto.

Su teoría me encanta y, a la vez, explica muchas cosas. Yo creo que cada uno de nosotros podría encontrar en su entorno un ejemplo, o varios, que la justifiquen en los dos sentidos: la de profesionales nivel A, que son seres humanos confiables, y la de gente, no muy noble, con los conocimientos para desempeñar una labor que, sin embargo, a la larga, tiene un desempeño mediocre.

Ya entendí. Es que los excelentes son también los buenos. !Qué gran noticia!

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