Se ha ido un grande

Juan Gabriel nunca ha estado en mi lista de cantantes fovoritos, pero sí encabeza la que tengo con los artistas más completos que ha tenido Latinoamérica. Siempre he reconocido su talento como compositor y su destreza como intérprete. No todo el que canta interpreta, y él supo hacerlo adueñándose de los múltiples escenarios donde dejó su estampa de carisma y grandeza.

La noticia de su muerte me impactó. Varias de sus canciones asaltaron mis recuerdos, y me llevaron a transportarme a una ciudad fabulosa donde las estrellas no mueren. Optimista llegué al lugar. Con uno de sus variopintos atuendos lo ví abrir sus brazos y lo escuché cantar una de las pocas canciones suyas que me gustan: Abrázame muy fuerte. Un público insaciable y emocionado lo aclamaba mientras se la lucía sobre un escenario tan particular como él.

No hay temores de que algún día deje de existir. Allí los astros como él son inmortales. No hay enfermedad que los afecte ni infartos que se los lleven al otro mundo. Son eternos. Nacieron para deleitar con su arte a todo el que se deje seducir por sus encantos. En este lugar multiplican los dones que les dio el Señor, llevando por doquier su talento, gracia y estilo. En esta ocasión, la ciudad fabulosa estaba repleta de personas que se niegan a que muera el arte desbordante de figuras como el querido ‘Juanga’. Se agolpaban en sus conciertos para brindarle el acostumbrado apoyo que desde sus inicios ha acompañado al ‘Divo de Juárez’.

Tristemente, su canción ‘No me vuelvo a enamorar’ me regresó a la realidad. Me hizo comprender que verdaderamente no volverá a enamorarse, aunque sí dejó enamoradas a todas las personas que, en distintas partes del mundo conquistaron, se amargaron o se embriagaron con sus melodías. Alegría, canciones, vestuarios, ademames, y cuántas cosas de las que lo convirtieron en un astro de la música vivirán en la mente de los miles de personas que lo aclamaron durante su trayectoria de 45 años, y en la de quienes como yo, no éramos su fan, pero reconocemos su grandeza. Paz a sus restos.