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TRAS LAS CORTINAS

Emociones: “Mujeres que Cambian el Mundo”

¡Hola, buenos días! La profesora Ernestina Grullón, fundadora y directora del Centro de educación Especial San Lorenzo de Los Mina, se alzó con el máximo galardón de la premiación “Mujeres que Cambian el Mundo” que entrega el banco BHD León con el objetivo de reconocer el trabajo que realizan personas que emprenden acciones para ayudar a su comunidad y a la gente que viven en vulnerabilidad. Los hilos de plata que conforman su cabellera y que sirven de marco a su rostro iluminado de una cándida sonrisa, se tornaron más brillantes que nunca al anunciarla como la ganadora del primer lugar, otorgándole un millón de pesos que contribuirá a continuar ampliando la labor que por más de seis décadas viene realizando en el populoso sector de Santo Domingo Este. Durante la emotiva y cálida ceremonia que tuvo como plataforma el Gran Salón del hotel Sheraton recibieron el segundo lugar Solange Soto Encarnación y María Isabel Balbuena, quienes recibieron un pergamino y 500,000 pesos en efectivo. Pero junto a estas tres grandes damas también fueron reconocidas otras mujeres que han entregado su corazón y su alma al trabajo solidario. Son ellas: Marike Runneboom de Peña, Marilyn Gallardo de la Rosa, Milena de la Altagracia Cabrera, Petra María Suárez, Santa Teresa Aguilera, e Ylsa Margarita García, quienes recibieron un pergamino y 100,000 pesos. Esta importante premiación fue encabezada por el presidente del banco, Luis Molina Achécar, la vicepresidenta Margarita Cedeño de Fernández, Steven Puig, gerente del banco, y Josefina Navarro, vicepresidenta de Comunicación Corporativa de la entidad bancaria.

Magaly Pineda Entre los tantos emotivos momentos vividos en la entrega del premio “Mujeres que Cambian el Mundo” estuvo el homenaje póstumo ofrecido a la querida Magaly Pineda, una luchadora y trabajadora incansable a favor de los derechos de la mujer. Su viudo, el buen amigo Rafael (Fafa) Taveras, pronunció unas emotivas palabras que le arrancaron lágrimas al auditorio.

¡Ah, ironía de la vida! Conocí a Luchy de Elías cuando me inicié en el periodismo hace ya algunos años, y desde entonces hicimos una bonita amistad. Su trato afable, simpatía, don de gente, pero sobre todo su entrega y amor a favor de las causas nobles, hicieron de ella un ser humano excepcional. De ahí que en todas las actividades que tenían que ver con ayudar a los más necesitados estaba ella en primera fila. La entrevisté varias veces para los medios en los cuales trabajé y compartí a título personal en su hogar, pues nuestra amistad trascendió los linderos profesionales. La última vez que nos vimos fue en Cedimat y quedamos en tomarnos un café en su casa, cita que nunca se dio, pues jamás nos imaginamos que Dios la llamaría tan pronto para que continuara su obra junto a él. Hoy no tenemos a Luchy entre nosotros pero sus buenas acciones perdurarán por siempre en nuestros corazones.

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