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DE LIBROS Y LIBRERÍAS

Frente a uno mismo

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María Antonietta RonzinoSanto Domingo

”La felicidad es interior, no exterior; por tanto no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos”. Henry Van Dyke, escritor estadounidense.

El alto costo de la vida, siempre ascendente, los comentarios sarcásticos de algunos de los que nos rodean, los resultados de los exámenes médicos, los pagos de las mensualidades de los colegios de los hijos, y cuanto tenemos que saldar, todo eso y más, nos roban la paz y nos quitan el sueño, nos llenan de ansiedad y de zozobra. Pero lo peor es que nos acostumbramos a esas preocupaciones y quizás hasta esperamos cuál será el próximo problema o ataque, nos preguntamos por qué vivimos en ese estado. Nos contestamos qué es porque somos responsables, y para quienes viven del cuento, que solo esperan ver a quién le hacen el próximo ‘asalto’, es diferente. Otros señalan que la clave para vivir en paz, se encuentra en ocuparse no preocuparse, porque en muchos casos sufrimos por lo que nunca ocurre y dejamos de dedicarnos un espacio para nosotros mismos. En el afán tomamos el control y le quitamos los deberes a los otros.

Nuestra primera necesidad como personas, debe ser asegurar nuestra supervivencia y la de los nuestros, buscar diferentes medios para conseguirlo, porque somos los edificadores de nuestra propia felicidad, de la organización de la casa, del presupuesto, del tiempo, etcétera. Todo eso no constituye un fin en sí mismo. Permiten sí, vivir el día a día con un mínimo de dificultades y un máximo de probabilidad de tener una existencia agradable. Hay que tener presente que si deseamos hacer florecer nuestras facultades mentales mientras participamos en el progreso de los demás, es necesario elevarnos por encima de las contingencias materiales. No tenemos éxito en la vida cuando nos limitamos a la satisfacción de las necesidades físicas; el mejor ejemplo de ésto lo tenemos en los países desarrollados, porque en ellos se encuentra la mayor proporción de personas angustiadas con alteraciones mentales, que las llevan a cometer toda clase de actos violentos y criminales, porque no tienen una dimensión espiritual en su vida, la cual no se confunde con los conocimientos, la cultura, la moral, ni el estilo de vida.

Debemos tener la necesidad de dedicarnos a una acción o a una obra en la que creamos, pero este paso comienza con un retorno a uno mismo. Es necesario saber aceptarse sin complacencia, pero sin drama. Hay que dialogar con uno mismo, sin argumentos falsos y sin disculpas; así evitaríamos huir, buscar medios para escapar de la realidad, de la disociación entre el pensamiento y los actos, y las falsas situaciones que complican las relaciones humanas.

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