Kairós
Vamos a la casa de Dios
“Vamos alegres a la casa del Señor”. En la casa del Señor, en ella, en su templo, habita Dios.
La sensación de hermosura, de seguridad, de solidez, viene de que no ha sido fundada por hombres, sino por Dios.
A esa casa vamos como peregrinos, no como nómadas.
La alegría nos embarga al pisar los umbrales de la ciudad de Dios, morada del Altísimo.