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Nutrición

Alimentación en la tercera edad tercera edad

Comida. La dieta debe ser variada e incluir todos los nutrientes.

Comida. La dieta debe ser variada e incluir todos los nutrientes.

Un envejeciente sano no requiere una dieta especial diferente a la que se recomienda para las personas jóvenes. Como cualquier otro individuo, este debe llevar una alimentación balanceada que incluya todos los nutrientes.

En esto coinciden el geriatra Dagoberto Güílamo y el nutriólogo Jimmy Barranco.

“La dieta del anciano no es muy diferente a la de los demás”, dice Barranco, catedrático del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec).

Fuera de los casos de adultos mayores sanos, expresa entretanto el propietario del Centro Geriátrico Dr. Güílamo, “las recomendaciones alimenticias siempre van a depender de las necesidades y de los problemas que pueda tener el paciente”.

No obstante, los médicos advierten que con el paso de los años ocurre una serie de cambios que pueden afectar la forma en que la persona mayor se alimenta y la familia tiene que permanecer atenta a esos cambios para hacer los ajustes necesarios.

En la tercera edad, la persona tiende a perder peso. Por un lado, experimenta una reducción de la masa muscular y, por el otro, un aumento en el porcentaje de grasa corporal.

Además, el metabolismo se reduce y el anciano hace menos actividad física, es decir que consume menos energía.

En consecuencia, el aporte calórico total debe ser un poco más bajo que el de un adulto joven. Si a un joven se le recomienda ingerir entre 1,800 y 2,200 kilocalorías diarias, puede que al envejeciente le baste con 1,800.

Aparte de masa muscular, el anciano pierde agua. Mientras que el porcentaje de agua en un adulto joven equivale al 60 por ciento de su peso corporal total, en el envejeciente ese porcentaje se reduce al 50 por ciento.

Junto a esa pérdida de agua se presenta una disminución en la sensación de la sed y eso hace que la persona ingiera mucho menos líquido, lo cual implica que hay riesgo de deshidratación.

Los doctores señalan que al adulto mayor hay que ofrecerle líquidos con frecuencia a lo largo del día. Si le caen bien los alimentos dulces y no tiene problemas con el azúcar, ofrézcale jugos, además de agua. Así se mantendrá hidratado.

En ocasiones, el adulto mayor pierde el gusto y la capacidad para apreciar los sabores. También pierde el olfato, un sentido muy relacionado con la apreciación de los comestibles.

En ese caso, Güílamo y Barranco recomiendan prepararle alimentos más condimentados, lo cual no quiere decir que haya que añadirles más sal o adobos industrializados, sino más especias naturales.

Entre los cambios anatómicos que sufre el anciano se destaca la pérdida de la dentadura. La ausencia de piezas dentales limita el consumo de comestibles sólidos que necesitan ser masticados de manera adecuada para conformar un buen bolo alimenticio.

Cuando a la persona le faltan dientes, se le recomienda una dieta blanda a base de papillas y purés; sin embargo, Barranco advierte que este tipo de alimentación puede causar estreñimiento, un problema al que contribuye asimismo la debilidad en los músculos del abdomen.

“Entonces -señala el nutriólogo-, lo que debe llevar es una dieta rica en fibras”.

Según Güílamo, el proceso de la alimentación también puede verse afectado por los medicamentos. Ciertos antibióticos y antiinflamatorios contra los dolores reumáticos reducen el apetito.

Desnutrición Güílamo y Barranco señalan que es frecuente encontrar casos de malnutrición entre los ancianos y que a esto contribuyen diversos factores.

En el caso de las enfermedades, ciertas condiciones neurológicas como los accidentes cerebrovasculares causan dificultad para tragar y conducen al paciente a una deficiencia en la alimentación, mientras que patologías malignas como el cáncer afectan el apetito.

En ancianos que viven solos o no tienen un cuidador fijo, los problemas de movilidad acarrean dificultades en la alimentación.

“El problema mayor de la vejez es cuando se quedan solos, que los ancianos están cansados de estar preparando alimentos, tienen pocos recursos, ya no quieren estar bregando con comidas muy elaboradas, entonces se limitan a estar consumiendo cosas fáciles, pero con poco aporte de vitaminas y de minerales”, comenta Güílamo.

Debido al riesgo de malnutrición, es importante que el anciano cuente con un cuidador o una persona que se dedique a prepararle sus alimentos.

Barranco explica que la soledad y la depresión contribuyen a que el envejeciente descuide su alimentación y sufra carencias nutricionales. Se cree, incluso, que muchos ancianos rechazan los alimentos de manera subconsciente para terminar con su vida.

“No se puede obviar la pobreza porque (el anciano pobre) no tiene un cuidador que le dé los alimentos, no puede adquirir una dieta balanceada, no tiene con qué arreglarse la boca, no tiene dinero para comprar suplementos vitamínicos”, añade Barranco.

Restricciones Al adulto mayor al que se le han impuesto restricciones dietéticas fruto de las enfermedades la comida le sabe sosa. Para él, comer se convierte en una actividad poco placentera.

En esas circunstancias, de acuerdo con los especialistas, conviene evaluar cuán pertinentes resultan esas limitaciones para una persona a la que le restan pocos años de vida.

“Hay que tratar de que la dieta sea lo más agradable posible y que disfrute, dejarlo que los últimos años sean placenteros”, dice Barranco.

Güílamo tiene una opinión parecida. “Hay que darle a la persona lo que ha comido toda su vida y que le guste comer, salvo que haya una contraindicación muy clara”, concluye el geriatra.

RECOMENDACIONES PARA LA FAMILIA 1. Mejore el sabor de las comidas con condimentos o especias naturales.

2. Bríndele agua con frecuencia, aunque no tenga sed. Prefiera el agua fresca o templada; el agua fría quita rápido la sed y hace que la persona no tome suficiente.

3. Incluya en la dieta de los abuelitos alimentos con fibra o integrales, pero asegúrese de que estos posean una dentadura adecuada.

4. Prepare alimentos de fácil digestión: carnes magras (pechuga o muslos de pollo), pescados horneados, a la plancha o hervidos; cremas de vegetales y frutas.

5. En el caso de ancianos que deban aumentar de peso, incluya en el menú alimentos de alta densidad calórica como flanes, quesillos, malteadas y yogur. Si el anciano tiene problemas con el azúcar, utilice edulcorantes de dieta. 6. Suministre entre cinco y seis comidas pequeñas.

O tres comidas y dos meriendas. Esas pequeñas cantidades de alimento totalizarán al final del día la cantidad de calorías que el envejeciente necesita.

7. El médico podría indicarle suplementos para compensar alguna deficiencia, pero recuerde que la fuente principal de nutrientes son los alimentos.

8. En pacientes con mal de Parkinson o problemas para tragar, evite alimentos de doble textura como sopas con trozos de carne o víveres o yogur con trozos de fruta; podrían atragantarse con los sólidos.

9. Si el anciano solo puede consumir papillas, lo más simple es tomar los alimentos que se preparan en casa cotidianamente y licuarlos.

10. Vigile el consumo de productos lácteos. Se estima que tres cuartas partes de la población adulta sufre intolerancia a la lactosa.

Atención. Ofrezca a los abuelitos una dieta balanceada y bríndeles muchos líquidos para evitar que se deshidraten.

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