Dueños de nuestros sentimientos

Aunque a veces no lo pensemos así, somos completamente dueños de nuestros sentimientos. Usualmente factores externos desencadenan ciertos comportamientos y formas de sentir, pero en verdad, nadie nos puede hacer sentir de tal o cual manera, si no damos permiso para que eso ocurra.

Ahora bien, está bien sentirse bien o mal por una causa, pero no es responsabilidad de esa causa el hecho de que nos sintamos de esa manera.

Parece contradictorio, pero es cuestión de aceptar nuestra responsabilidad en lo que nos pasa, “(yo) me siento mal por lo que dijiste”, que no es lo mismo que “(tú) me hiciste sentir mal con lo que dijiste”, “(yo) me siento agraviado/a por el trato que me diste”, que no es igual que “(tú) me hiciste sentir agraviado/a por el trato que me diste”. Tenemos el derecho de sentirnos como queramos, pero no de culpar a los demás por ese sentimiento que es exclusivamente nuestro. Ningún ser humano es responsable por la felicidad, ni la amargura de otro, tenemos lo que permitimos y punto. Está bien “(yo) me siento feliz contigo”, pero no “(tú) me haces feliz”. Dar a otros el poder de decidir cómo nos vamos a sentir es dependencia, y no es ni justo ni saludable.