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PRENSA JOVEN

Sumergidos en otra cultura

El primer día de su clase de francés durante su año de intercambio en Tailandia, Andrés Fuertes saludó a su profesor con un apretón de manos y sus compañeros reaccionaron sorprendidos. Mayor fue la sorpresa cuando el joven oriundo de Jima Abajo, La Vega, apretó la mano de una compañera.

“Yo supe de un amigo al que lo querían obligar a casarse porque le puso la mano a una muchacha”, comenta divertido Andrés, de 17 años, que pasó la mayor parte de su año de intercambio (2013-2014) en Khon Kaen, noroeste tailandés, gracias a media beca que le otorgó AFS Intercambios Culturales.

Además de convertirse en fuente de un sinfín de anécdotas como la de Andrés, un intercambio brinda una oportunidad única de crecimiento.

“Te abre mucho la mente”, dice Sabrina Verdeja, de 19 años, quien hace unos meses regresó de Finlandia, “un país absolutamente opuesto a República Dominicana”.

El horizonte del estudiante de intercambio se amplía en cualquier destino. No importa que no se trate de un país del primer mundo como Finlandia.

“Yo pienso que nosotros somos más tolerantes ahora”, expresa Andrés. “Yo lo aprendí con mis hermanos de intercambio aquí y en Tailandia lo reafirmé con muchísimas cosas”.

Sumergirse en una cultura completamente distinta a la propia y sobrevivir lejos de casa ayuda al joven a desarrollar su independencia y salir de su zona de confort.

Kasey Pérez, de 18 años, dice que su paso por Filipinas, a donde viajó becada en el 2014, la ayudó a descubrir aspectos de su personalidad que ni ella misma conocía.

Kasey vivió en Dapitan, al sur del archipiélago filipino, y cursó dos semestres de Administración de Negocios en la José Rizal Memorial State University. Regresó este año.

Incluso aprender a hablar bisaya, un dialecto filipino, tiene para Kasey un valor incalculable. No solo le permite comunicarse con la familia que dejó del otro lado del mundo, sino que además le da la seguridad para aprender otros idiomas.

Como señala Sabrina, el intercambio deja al estudiante “una sensación de autosuperación increíble que dura para toda la vida”.

Pero no todo es color de rosa en el año de intercambio, durante el cual los participantes se hospedan con una familia local mientras van a la escuela o universidad.

Choque cultural A pesar de tratarse de una sociedad más avanzada, Sabrina confiesa que sus primeros meses en Loppi, un pequeño pueblo al sur de Finlandia, resultaron duros. Contrario a los dominicanos, extrovertidos y familiares en su trato, los finlandeses evitan el contacto visual y físico. Esto hizo que Sabrina, que no comprendía el carácter finlandés, se deprimiera.

Por eso cuenta con emoción cómo el día previo a su retorno, su mejor amigo finlandés la abrazó, la miró a los ojos y le dijo: “Te amo y te voy a extrañar”.

“Yo casi me pongo a llorar”, recuerda.

Embajadores Bailarines (Andrés hizo en su escuela presentaciones de merengue y bachata), cocineros (Sabrina consiguió plátanos para preparar un mofongo con tocineta en lugar de chicharrón), “maestros” de Geografía (Kasey, como los otros, debía explicar a sus amigos filipinos en qué lugar del mapa se encontraba su terruño). En eso y más se convierte el estudiante de intercambio, que no solo se enriquece en lo personal: promueve sus valores y su cultura en otra tierra.

La experiencia también enseña a los jóvenes a valorar su familia, su país y sus costumbres de tal modo que acontecimientos en apariencia sencillos cobran nuevo sentido cuando se viven en otras latitudes.

“¡Tú no sabes lo que yo sentí cuando yo llegué a un lugar y estaba sonando una bachata de Prince Royce!”, exclama Kasey, mientras Andrés asegura que en Tailandia cayó en cuenta de lo hermoso del brillante y soleado cielo quisqueyano: “Aquí yo no me había dado cuenta de eso”.

A Sabrina, en tanto, la impactó el inconformismo que puede reinar en una sociedad de primer mundo, cuyos ciudadanos tienen resueltas todas sus necesidades.

“El dominicano tiene muchos problemas reales”, razona la chica, “pero mantiene su optimismo”.

PROGRAMA DE BECAS PARA INTERCAMBIOS EN ASIA Jóvenes con el deseo y las condiciones para participar en un intercambio, pero cuyas familias no pueden costear el programa, tienen ahora la oportunidad de cumplir su sueño. AFS creó un programa de becas para viajar a Asia.

La lista de destinos incluye China, Filipinas, India, Indonesia, Malasia, Tailandia y Turquía.

Pericles Franco, presidente de la Junta Directiva de AFS y jurado de becas, dice que la idea de subvencionar intercambios culturales en Asia, aparte de beneficiar a jóvenes meritorios, busca promover nuevos destinos entre estos.

“Es una manera de promover esa relación de reciprocidad con otros socios de la red (de AFS)”, añade.

En años anteriores, de un promedio de 60 dominicanos que viajaban al exterior para participar en intercambios, apenas uno o dos se inclinaban por Asia.

Por otro lado, señala Franco, cada día más dominicanos reconocen la creciente importancia de las naciones orientales para la economía mundial.

Para el programa escolar 2016-2017 AFS República Dominicana ofrece dos becas parciales y dos completas.

Los aplicantes deben tener entre 15 y 17 años, llenar un formulario disponible en línea, poseer un índice académico mínimo de 80 puntos, presentar una carta de recomendación de su escuela y un ensayo explicando por qué les gustaría participar en el programa.

El fondo de becas se nutre con recursos de AFS y con donaciones.

El costo regular del programa de intercambio varía, pero en promedio ronda los 10,000 dólares.

“Es mucho dinero para nuestro medio - reconoce Franco-, pero el intercambio caro no es”.

El valor de lo aprendido acompaña a los estudiantes el resto de sus vidas.

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