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¿QUIÉN ESTÁ EDUCANDO AL PUEBLO?

‘Este pueblo me honra con los labios...’

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Maruchi R. De ElmúdesiSanto Domingo

“Este pueblo de labios me honra, pero su corazón está lejos de mi” (1 Isaías 29, 13). Esta cita la pone San Marcos en el evangelio de hoy, y pensamos que sigue estando al día. Y es que el hombre, si no tiene al Señor en su corazón, continuará cometiendo los mismos errores que en el pasado. Solo si estamos en el camino de Jesús de Nazaret, podremos decir que estamos tratando de vivir conforme a la ley de amor y de esperanza.

“El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos”. Jesús insiste en que “dentro del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfrenos, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas estas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro”. (idem) Eso sucede cuando dejamos de lado el mandamiento de Dios para aferrarnos a la tradición de los hombres.

El Salmo 14 que leemos hoy, nos refleja el respeto hacia Dios que vivía el Salmista, desde el fondo de su corazón, cuando expresa que solamente el hombre que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones reales y no calumnia con su lengua, es el que puede hospedarse en Su Tienda. El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino, el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor. El que no presta dinero a usura, ni acepta soborno contra el inocente. El que así obra nunca fallará. Una enseñanza clara de lo que quiere Dios para nosotros sus hijos.

Nosotros somos un país “cristiano”, es decir, seguimos los lineamientos de Jesús de Nazaret, por lo que no debemos poner obstáculos a la hora de hacer el bien. Lo mal hecho siempre estará mal hecho. Lo haga quien lo haga.

El Apóstol Santiago, en la segunda lectura, nos dice: “Todo beneficio y todo don perfecto viene de arriba, del PadreÖ el que por iniciativa propia, con la palabra de la verdad, nos engendró, para que seamos como la primicia de sus criaturasÖ llevad esa Palabra a la práctica y no se limiten a escucharla, engañándose ustedes mismos. La religión pura e intachable a los ojos de Dios Padre es ésta: visitar huérfanos y viudas en sus tribulaciones y no mancharse las manos con este mundo”. Creer y obrar conforme a nuestra fe. “La fe sin obras es fe muerta”. (Santiago 2, 17)

Vamos a dejar de ser fariseos hoy, y vamos a reconocernos como instrumentos en las manos del Dios Padre, para lograr cambiar lo que ha estado mal hecho. Ya está bueno de hablar, y quejarnos de lo que sucede a nuestro alrededor. Debemos comenzar a actuar, pero actuar bien, esa es nuestra responsabilidad de cristianos comprometidos con el bien común como lo proclama la Doctrina Social de la Iglesia: “A los laicos corresponde, por propia vocación tratar de obtener el reino de Dios gestionando los asuntos temporales y ordenándolos según Dios”. (No. 541 de la Doctrina Social de la Iglesia) Jesús vino a cambiar el corazón del hombre. A devolverle la grandeza de su divinidad. ¡Manos a la obra! ¡El Señor nos bendecirá! Amén.

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