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¿QUIÉN ESTÁ EDUCANDO AL PUEBLO?

“Yo soy el pan de vida”

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Maruchi R. De ElmúdesiSanto Domingo

“Yo soy el pan de vida. El que viene a mí, no pasará hambre, y el que cree en mí, nunca pasará sed”. (Jn 6, 35) Estas palabras son del mismo Jesucristo en el Evangelio hoy según San Juan. Es el mismo Jesús quien afirma que Él es el Pan de Vida y que el que coma de ese pan vivirá para siempre.

No entendemos cómo muchas personas que se llaman cristianas repiten palabras de las Sagradas Escrituras cuando les conviene, pero aquellas que no entienden no las creen, ni las aceptan.

El Señor les dice también hoy: “Se los aseguro, me buscan, no porque han visto signos, sino porque comieron hasta saciarse.

Trabajen, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna”. Entonces le dijeron: “Señor, danos siempre de ese pan”. Y es que el interés sigue siendo lo de mayor importancia en nuestras vida.

Muchos católicos no entienden la grandeza de comer de ese pan diariamente, y asisten a la Santa Eucaristía casi por obligación porque no han entendido que ese pan es el que da la fuerza necesaria para poder lidiar con los enemigos del Reino, en paz y en amor hacia los demás. Es el alimento por excelencia para el espíritu.

Solamente así podremos convertirnos en “Alter Cristo”.

Cuando recibimos a Jesús en nuestro corazón diariamente, nos hacemos partícipes de su divinidad y podemos, como nos dice San Pablo hoy en su Carta a los Efesios: “Abandonar el anterior modo de vivir, el hombre viejo corrompido por deseos seductores, renovar la mente y el espíritu y a vestirse de la nueva condición humana, creada a imagen de Dios: justicia y santidad verdaderas”.

Después de más de 2000 años de cristianismo, parece que las nuevas generaciones no han recibido el tesoro que significa ese mensaje del propio hijo de Dios, de boca de sus padres, y viven de espaldas a las verdades de fe de la que somos nosotros los padres, los responsables de transmitir. Y es que en este tiempo les cuesta demasiado a la familia, “transmitir a través de la educación y de las expresiones culturales, la experiencia religiosa. Los medios de comunicación han invadido todos los espacios y todas las conversaciones, introduciéndose también en la intimidad del hogar… Hay una falta de valentía y de audacia por parte de los fieles laicos para intervenir ante la influencia de ideologías contrarias a la familia y a la vida.

Percibimos una evangelización con poco ardor y sin nuevos métodos y expresiones, un énfasis en el ritualismo sin el conveniente itinerario formativo.

La aparición de una espiritualidad individualista y una mentalidad relativista en lo ético y religioso, carente del rico patrimonio de la Doctrina Social de la Iglesia y la limitada comprensión del carácter secular que constituye la identidad propia y específica de los fieles laicos”. (Material MFC, y de la Exhortación Post-sinodal Cristifidelis Laici de Juan Pablo II)

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