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PREVENCIÓN Y TRATAMIENTO

Enfrentar la hepatitis

La hepatitis puede tener distintas causas. Ciertos trastornos autoinmunes, medicamentos y el abuso del alcohol pueden desencadenar la inflamación del hígado.

No obstante, la hepatitis viral tiene mayor incidencia y letalidad: cada año mata a cerca de 1.4 millones de personas en todo el mundo.

Por eso el Día Mundial de la Hepatitis, que se conmemora mañana, se centra en la prevención y diagnóstico temprano de la hepatitis de origen viral, detrás de la cual se encuentran cinco virus principales: A, B, C, D y E.

“Las hepatitis víricas son las principales causas de trasplante al final de la enfermedad”, afirma la gastroenteróloga y hepatóloga Kenia Torres, coordinadora de la Unidad de Hepatología del Centro de Gastroenterología del hospital Luis E. Aybar.

La hepatitis C, transmitida por el contacto con sangre contaminada, constituye la primera causa mundial de trasplante de hígado. “Pero tiene cura”, aclara Torres.

Las nuevas terapias antivirales contra la hepatitis C han reportado entre 95 y 100% de efectividad.

“Si podemos lograr curar (la hepatitis C), disminuirían muchísimo los casos de trasplante no sólo a nivel mundial, sino también en nuestro país”, señala Torres, miembra de la Unidad de Trasplante Hepático del Hospital General de la Plaza de la Salud.

Forma de transmisión La hepatitis A, transmitida por la vía fecal-oral, no suele producir una hepatitis fulminante; sin embargo, un pequeño porcentaje de pacientes con el virus sufre complicaciones a ese nivel y necesitan someterse a un trasplante de hígado.

Hepatitis C es primera causa de trasplante de hígado En el país no existen estadísticas precisas sobre la cantidad de personas infectadas por hepatitis. Estudios realizados en bancos de sangre y unidades de hígado hablan de entre 2 y 3 por ciento de la población.

“Lo malo de esto es que muchos de estos pacientes no saben que tienen hepatitis virales porque la hepatitis viral, principalmente la C, es una enfermedad silente”, afirma la gastroenteróloga y hepatóloga Kenia Torres.

Una persona puede tener una hepatitis C crónica asintomática o con síntomas difusos, como cansancio, que se confunden con los de otras enfermedades o se atribuyen al exceso de trabajo y la falta de descanso. Debido a eso, no acude al médico y, cuando lo hace, ya sufre complicaciones.

De ahí que se recomiende la realización de pruebas a las personas en riesgo mayor de padecer la enfermedad, como aquellas que han recibido transfusiones de sangre, que se han sometido a procedimientos quirúrgicos, que tienen tatuajes o perforaciones corporales (“piercing”) o que comparten jeringuillas y utensilios de higiene (rasuradoras, cepillos de dientes).

“Todas esas personas son las que nosotros priorizamos a que se sometan a un tamizaje para descartar infección por hepatitis C, principalmente, y por hepatitis B”, dice Torres, quien coordina la Unidad de Hepatología en el Centro de Gastroenterología de la Ciudad Sanitaria Dr. Luis E. Aybar.

Fuera de los grupos de riesgo, a toda aquella persona que acuda a consulta médica debería indicársele una prueba para saber si porta el virus de la hepatitis C o B.

Este año el Día Mundial de la Hepatitis, que se conmemora mañana, centra su atención en la prevención de la infección por esos dos virus. Existe una vacuna contra la hepatitis B, pero no contra la C, que es la primera causa de trasplante de hígado en el mundo.

Terapias El tratamiento de la hepatitis C ha evolucionado de tal modo que ya existen terapias capaces de curar la enfermedad. “Ahora tenemos nuevos medicamentos con los cuales el paciente puede tener hasta un 95% de respuesta virológica sostenida”, señala Torres.

La respuesta virológica sostenida se refiere a una carga viral que se mantiene indetectable hasta por seis meses luego de concluir el tratamiento.

Según Torres, miembra del Departamento de Gastroenterología y de la Unidad de Trasplante Hepático del Hospital General de la Plaza de la Salud, los nuevos medicamentos contra la hepatitis C, aparte de aumentar la tasa de respuesta, también son mejor tolerados por el paciente; a diferencia de la anterior generación de medicamentos, tienen pocos efectos secundarios.

A pesar de su costo prohibitivo, el nuevo tratamiento contra la hepatitis C posee ventajas en términos de costo-efectividad.

“Un trasplante es mucho más caro que el tratamiento”, señala Torres.

“La hepatitis C es la principal causa mundial de trasplante de hígado”, añade la hepatóloga. “Si podemos lograr curar (la hepatitis C) disminuirían muchísimo los casos de trasplante no sólo a nivel mundial, sino también en nuestro país”.

El trasplante tiene otras complicaciones, más allá del costo. El paciente ingresa a una lista de espera y no sabe cuándo encontrará un órgano que cumpla con todos los requisitos (por ejemplo, que sea de un donante con el mismo tipo de sangre y con la misma contextura física que el paciente). Luego del trasplante y para evitar el rechazo del órgano, el paciente debe tomar medicamentos que pueden acarrear otro tipo de morbilidades como hipertensión y diabetes.

“Le aumenta los años de vida -advierte Torres-, pero disminuye un poco su calidad de vida y todo eso lo podemos evitar si el paciente se puede tratar”.

Además, el trasplante no hace que la hepatitis desaparezca. “La infección no está en el hígado per se; está en el torrente sanguíneo”, explica Torres. “Cuando te ponen un órgano nuevo la sangre está infectada y vuelve e infecta ese órgano. Lo que pasa es que para que ya se produzcan nuevas complicaciones en este órgano pasan alrededor de cinco años”.

¿Cómo evoluciona la enfermedad? El virus entra al cuerpo y llega al torrente sanguíneo; penetra en las células hepáticas, los hepatocitos, produciendo su deformación y el endurecimiento del hígado o fibrosis hepática. La fibrosis evoluciona hasta convertirse en cirrosis y las funciones del hígado comienzan a disminuir.

Se desatan complicaciones como acumulación de líquido en el abdomen, hinchazón en las piernas, aumento en la presión de la vena porta que produce en el esófago várices que se pueden romper y producir un sangrado digestivo que pone en riesgo la vida del paciente.

También puede desencadenarse un cuadro de encefalopatía hepática.

El desarrollo de fibrosis depende de diversos factores como el sexo (en el hombre evoluciona más rápido), edad, la ingesta de alcohol (el alcohol no solo aumenta la fibrosis, sino que potencia la capacidad del virus C de convertirse en carcinoma o cáncer de hígado) y otras enfermedades concomitantes.

Ilustración. Se estima que entre 2 y 3 por ciento de la población se encuentra infectada del virus de la Hepatitis; muchos lo desconocen.

Prevención. Poblaciones de alto riesgo (comparten jeringuillas), tienen transfusiones, procedimientos quirúrgicos, tatuajes o piercings deben someterse a pruebas.

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