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DESDE MI ÓPTICA

No basta

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Ricardo Pichardo ViñasSanto Domingo

Mientras hacía mi caminata matutina en el parque Mirador Sur, un par de señoras me dieron la pauta para esta columna. Conversaban de una amiga que tal parece no tuvo claros sus objetivos al traer al mundo a su única hija y ahora sufre las consecuencias. Aunque camino un poco más rápido, desacelero para escuchar la historia que me pareció interesante desde el punto de vista psicológico.

La madre quiere una recompensa por parte de la hija por todo el sacrificio que hizo como madre. Se quejaba de que las remesas no eran suficientes y exigía mucho más.

Total, no se había vuelto a casar luego de su separación del padre de la niña, trabajó muy duro para sacarla adelante, se “anuló” para cumplir a cabalidad su misión.

Este tipo de familia, el psicólogo Salvador Minuchin la denomina “Pas de deux”, aludiendo a fusión de una familia de solo dos miembros. Los resultados de este tipo de interacciones pueden ser “un estilo de vinculación intensa que alimente al mismo tiempo la mutua dependencia y el resentimiento recíproco”, explica Minuchin. De inmediato recordé dos cosas: las letras de la canción de Franco de Vita, una joya que nos enrostra una serie de justificaciones por la cuales argumentamos la necesidad de tenerlos y ninguna es suficiente, y lo otro fue la conversación que sobre este tópico mantuve con un amigo que me contaba su preocupación, porque a sus 35 años no tenía hijos y se cuestionaba quién lo iba a cuidar cuando estuviera viejo.

Los hijos no se tienen para que nos cuiden, nos correspondan o nos devuelvan todo el “bien” que le hicimos. Deben nacer del amor y la decisión clara de que no es un contrato, ni mucho menos un acuerdo.

¿Cuáles fueron, son o serán tus razones para tener hijos?

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