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COSAS DE DUENDES

Los que marcan

Entrevisté a un hombre de 90 años que, cuando le pregunté quién había sido la persona que más lo había marcado en su vida, me habló de un maestro que le inculcó el amor por la música y la literatura, dos de los pilares que le han sostenido hasta hoy.

Mi papá fue profesor y recuerdo que me emocionó leer la entrevista a un cantante de ópera, quien lo recordaba de manera especial porque de él aprendió sus primeros conocimientos sobre música. Yo puedo decir que tuve muchas grandes maestras, a quienes adoré. Hubo una, la religiosa Faustina Posada que, aún fuera de las aulas, fue capaz de tomar un puñado de muchachos en El Seibo e inculcarles tantos valores que no hubo uno solo que se saliera del carril.

Es que los maestros son muy importantes en la vida de sus alumnos.

Nadie puede, ni los padres, llegar hasta donde alcanza un maestro.

Porque frente a ellos, los niños y los jóvenes, están dispuestos a escuchar y aprender. El maestro tiene un aura de autoridad y conocimiento de la que carecen los parientes, ya sean estos padres, tíos o abuelos. Mis hijos me han dicho, para rebatirme algo, eso lo dijo la profe y… punto final. Ayer era día del maestro y decidí dirigirme a alguno que tal vez lea esta columna para recordarle que puede dedicar el tiempo que está en frente de sus estudiantes a enumerar datos, cifras o fechas. Que puede llenarlos de conocimientos, útiles o no. También, puede evadir su responsabilidad y no hacer nada más que dejarles caer migajas de lo mucho que tiene para darles.

Pero, otra opción, es brindarles todo, conocimientos y valores, y empujarlos para que ellos sean capaces de pensar, luchar, cuestionar, crecer y dar. Que apueste a que esos muchachos lograrán superarlo y, además de dominar cifras, letras y fechas, saldrán de su aula convertidos en personas mejores.

Antes de que cualquier profesor me lo diga, debo reconocer que los jóvenes de hoy son diferentes a los de ayer, pero si hay un punto común entre los estudiantes de hace décadas y los de ahora, es el respeto y el amor que sienten por aquellos maestros que les entregan su afecto y, además, se arrancan hasta la piel en cada hora de clase.

Sé que esos profesores son los que están dejando marcas en los niños y jóvenes de hoy que los recordarán hasta el último día de sus vidas, no importa si llegan a cumplir más de 90 años.

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