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COSAS DE DUENDES

¿Buenos y malos?

Si no hubiese estado sentada ante el televisor, igual que ayer, el día en que Andrés Bautista, Presidente del Partido Revolucionario Moderno, encabezó la Asamblea Nacional que impuso la reelección para favorecer a Hipólito Mejía, habría aplaudido al diputado del PRM, Nelson Arroyo, que criticó la nueva modificación a la Constitución para, otra vez, permitir la reelección, en esta ocasión, a favor del presidente Danilo Medina. La frase del diputado Víctor Gómez Casanova, dirigida a Arroyo, de que cada ladrón juzga por su condición, también me habría parecido aplaudible. si no supiera que el primero pudo deshacerse con facilidad del traje de reformitas y ponerse el del PRD que encabeza Miguel Vargas. Y que ha sido ese PRD el que pasó de ser el más fuerte partido opositor a convertirse en una organización tan servil que le quitó al PLD la responsabilidad de someter el proyecto para la convocatoria a la Asamblea Revisora y buscó acuerdos antes, incluso, de ser invitado a hacerlo.

Tal vez, habría escuchado su intervención, si Juan Hubieres coordinara palabras y hechos y hubiese devuelto los 400 mil pesos del barrilito, acción que una vez anunció pero que nunca llevó a cabo. Si algún diputado hubiese prestado atención a lo que dijo su colega Guadalupe Valdez, en lugar de ignorarla de plano, asumiría que tenemos alguna esperanza. Si no resonaran en mis oídos las veces que escuché al presidente Danilo Medina decir que no le interesaba reelegirse, no me resultaría tan amargo saber que, en este momento, la suya es la menos mala de las opciones. Si el Partido Reformistas no coincidiera con el PLD y el PRD en la postura asumida, quizás, ahora sabría dónde están los malos. Pero no lo sé. Porque los pro reeleccionistas del PRM ahora son anti reeleccionistas. Porque el PRD y el PLD, que parecían una garantía de alternabilidad del poder, ¿son una sola cosa? Esa sesión de la Cámara de Diputados, que tuvo un final previsto, la aprobación de la convocatoria a una Asamblea Revisora de la Constitución, evidenció un país sin opciones. Mostró a diputados que antes dijeron digo y ahora dicen Diego. También, puso en evidencia caras sonrientes, como la del senador Reinaldo Pared que, tras la votación, solo le faltó frotarse las manos. Y, luego de aquello, vi la decepción de gente que me había comentado su simpatía por Medina y su gobierno, y que ahora repudia este mangú en que se han metido todos los partidos. Esa “garata con puño” que siempre ha sido el poder en nuestro país, pero que alguna vez tuvo quien fuese la excepción. Escuché las intervenciones y, volví a echar de menos, me pasa a menudo, esos días en que tuve muy claro dónde estaban los malos.

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