‘Perspectivas actuales de la violencia y sus repercusiones en la familia’

“Más allá del dolor: perspectivas actuales de la violencia y sus repercusiones en la familia” fue el tema tratado por el Instituto de la Familia en un panel, el pasado 7 de noviembre, dentro del Mes de la Familia y como un aporte a lo que está sucediendo en nuestra sociedad, como una forma de enfocar el problema desde diferentes puntos de vista. Esta situación de violencia en la familia, según Huberto Bogaert, quien fue uno de los panelistas, es como encontrarnos en medio de una epidemia. Hay que ponerle coto inmediatamente. “La familia es lo mejor o lo peor que nos podía pasar”, dijo en una ocasión el famoso psicólogo terapista familiar Salvador Minuchin. Y es que en la familia es donde se aprende o desaprende lo que nos va a marcar toda la vida. Por eso es tan importante, que nuestras familias sean verdaderamente funcionales, y sean espacios de crecimiento en el amor, la paz, la justicia y la verdad. “En 1991, en un encuentro nacional de terapeutas familiares en la ciudad de San Diego, tres expertos hablaron sobre la violencia familiar. Aunque el secreto vergonzoso de la violencia doméstica había salido a la luz desde hacía algún tiempo, los terapeutas reunidos quedaron pasmados y sin habla tras las crudas estadísticas: en Canadá y en Estados Unidos, las víctimas de la violencia doméstica superaban en número a las víctimas sumadas por accidentes automovilísticos, violación y atracos. La violencia doméstica (llamémosla como lo que es: maltrato de mujeres y niños) constituye un problema principal de salud pública, que está a la altura del alcoholismo y la depresión” (“La recuperación de la familia”, de S. Minuchin y M. Nichols). Es decir, la violencia intrafamiliar siempre ha existido; lo que pasa es que ahora es del dominio público, como todo lo que sucede a nuestro alrededor. Y en nuestro país, en el 2010, la tasa de muertes por violencia a la mujer era la más alta entre varios países de Hispanoamérica, así como de Estados Unidos y España. ¿Qué es lo que puede conducir a un hombre a abusar e incluso acabar con la vida de una mujer? Bogaert nos dijo: “Sin entrar en peculiaridades individuales de cada caso, existe una consideración psico-social que se impone. Cualquier hombre enamorado puede llegar a percibir a su pareja (esposa, amante, novia) como una posesión relativa. En diferentes países del mundo y en épocas apartadas de la historia se pueden observar conductas machistas. No obstante, creemos que el machismo dominicano presenta un rasgo característico que se relaciona con la familia del Caribe y su matrifocalidad. En nuestro país el padre no siempre representa una figura capaz de servir como un ente mediador en la relación madre-hijo. Por esa razón la dependencia excesiva hacia la madre y la ambivalencia concomitante se desplazan posteriormente hacía la pareja. Es necesario tener en cuenta que detrás de la violencia del hombre contra la mujer existe la ambigu¨edad de la relación madre-hijo. Por esta razón recomendamos: • Valorizar el ejercicio de una paternidad responsable y sana para favorecer una relación de pareja racional y madura. • Orientar a las madres solteras para que se conviertan en entes socializadores independientes, no traumatizados, capaces de vivir para garantizar el desarrollo de la personalidad de sus vástagos, no importa cuán dolorosa haya sido su vida de pareja y cuán irresponsable sea el padre de su hijo. • Sugerir que en los colegios exista una participación mayor de profesores del sexo masculino, para suplir de algún modo las deficiencias que pudiesen existir en el hogar respecto a la figura paterna.