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PEDOFILIA: LOS PASTORES DEL DEMONIO

“Estoy muerto por dentro”

No hay que estar frente a él para percibir el trauma que ha dejado en su vida una violación sexual en la adolescencia, mucho más porque provino de un hombre que predicaba sobre la fe y el amor de Dios.

“Estoy muerto por dentro”, expresa en un tono casi lapidario el joven que con apenas 20 años ya conoce el lado oscuro de la vida.

Confiesa que ya no es el adolescente alegre y entusiasta que llevaba una vida de colores, no veía nada malo en la gente y solía incluso motivar a sus compañeros de clases cuando estaban desanimados.

La entrevista transcurre vía telefónica, porque el joven tuvo la necesidad de viajar al exterior en un intento vano por “borrar la memoria de mi vida”, pues en cada palabra están las huellas de un dolor que no mitiga la distancia.

Su calvario comenzó a los 11 años de edad, cuando cursaba el sexto grado de primaria, y con la llegada de un nuevo director al Colegio Agustiniano de la provincia La Vega, un sacerdote que de inmediato fijó su atención en el niño, a quien ese mismo día le dijo que debía pasar por su oficina.

El sacerdote Miguel Bienvenido Florezán Ulloa, fraile de la orden de San Agustín, fue acusado en el 2017 de violación sexual en perjuicio del protagonista de esta historia y de otros menores, desde el 2009 hasta el 2015, en el Colegio Agustiniano de esa provincia.

“Yo estaba en el patio jugando con otros compañeros cuando nos dieron la noticia de que un nuevo director había llegado. Al poco rato salió una persona que me dijo usted venga acá y me señala con el dedo”, recuerda sobre el primer contacto que tuvo con quien luego se convertiría en su verdugo.

Según narra el joven, desde ese día el sacerdote comenzó a buscarlo con insistencia, citándolo hasta cuatro veces a la semana en su oficina y con un marcado interés por enterarse de cada detalle de su vida.

“Así comenzó todo, buscando información de mi vida... con quién yo vivía, saber de mi mamá, a qué hora llegaba ella, cómo me iba en las clases”, cuenta de la actitud que no le pareció extraña por tratarse de un cura.

Recuerda que ya en el octavo grado, la muerte de su padre le cambió la vida totalmente por el dolor que le embargó, pero al mismo tiempo porque ese doloroso momento fue aprovechado por el sacerdote para propiciar una mayor empatía con él.

En el colegio recibió innumerables muestras de solidaridad e incluso se oficiaron misas por la memoria de su progenitor. Y el interés del sacerdote por su vida, asegura, también se intensificó, a tal punto que la insistencia del religioso comenzó a intrigar a sus compañeros de clases.

La consumación Con marcados altibajos en su tono de voz, pausas para recuperar el aliento y notables esfuerzos para destrabar el nudo en la garganta, recuerda que en una ocasión violó la prohibición de acudir al colegio con su celular, motivo por el cual fue llevado ante el director, quien al pedirle con insistencia el aparato que se negaba a darle, por primera vez rozó sus genitales en un pequeño forcejeo.

Ni siquiera en esa oportunidad el adolescente lo vio como una actitud con mala intención.

Y luego llega lo inexplicable. Le reprobó la asignatura Filosofía, a pesar de que asegura que cumplió con todos los objetivos del programa de clases en esa materia. “No había ningún motivo para que me quemara esa materia, un libro que dejó para analizarlo hasta me lo sabía de memoria, por lo que fui a reclamarle a su oficina”, recuerda con marcada indignación.

El educador, según relata, se negóa recibirlo en ese instante y le comunicó a través de su secretaria que solo podía verlo a las 6:00 de la tarde en su tiempo libre, lo que sí encontró extraño por el horario.

Fue el engaño –alega tras una prolongada pausa en medio del llanto– para consumar la primera violación sexual.

Con dificultad para continuar el relato, sostiene que en otra oportunidad aprovechó un viaje a Argentina, donde los estudiantes participaron en el Encuentro Latinoamericano de Jóvenes Agustinos, para continuar con las agresiones sexuales.

Cambios Su cambio fue notable a partir de ese momento, porque pasó a ser un joven con estados de ánimo que oscilaban entre la tristeza y la rebeldía, que le insistía a su madre constantemente que quería salir del colegio e incluso hasta del país. “El colegio se convirtió en un infierno para mí”, sentenció, con la plena seguridad de que no fue el único menor de edad perjudicado en ese ambiente donde ya no resistía estar un minuto más.

Refiere que otro adolescente que notó su silencio y tristeza, un día se le acercó y le manifestó que sabía lo que atravesaba, porque él pasó por la misma situación con el sacerdote.

Cuenta que para cometer sus aberraciones, el imputado supuestamente habilitó otra oficina en la segunda planta que mediante un pasillo se comunicaba con una habitación.

“Hace unos días estaba viendo fotos de mí cuando tenía entre 12 y 14 años, y yo me decía, esa persona la quiero conocer, quiero ser amigo de esa persona, porque veía la inocencia en mis ojos”, apunta respecto a las diferencias entre el antes y el después del trauma que aun le agobia.

Era un muchacho que contagiaba a los demás con su actitud alegre y era capaz de “hacerle el día” a cualquiera con su sonrisa. “Abrazaba incluso a una loca que siempre se paraba en el frente del colegio, yo era muy positivo, les decía a mis compañeros, vamos a cambiar esto, no sean así, la vida sigue”, añadió.

Ahora suele tener pesadillas de noche y hay días en que se siente en el aire, como nulo. Usa un fármaco para poder dormir y otro para controlar su depresión diagnosticada severa.

Una vez atentó contra su vida y debió permanecer un día interno en un hospital psiquiátrico, en una habitación aislado, lo que define como un episodio que marcó su vida.

ESTÁ EN FASE PRELIMINAR El proceso contra el sacerdote está en fase preliminar y la audiencia fue aplazada para el 30 de octubre. Se le conoce el caso en libertad, ya que el 15 de junio pasado un tribunal le varió la prisión preventiva por garantía económica, presentación periódica e impedimento de salida.

LLAMA A ROMPER EL SILENCIO A su madre se lo contó por un mensaje de whatsapp, porque no tuvo el valor de decírselo cara a cara. “Yo me había distanciado de ella, pero no era por ella, sino por lo que estaba viviendo por dentro”, expresa sobre la etapa más difícil de su incipiente vida.

No solo fue su madre, se alejó también de otros familiares y amigos. Lo más doloroso –refierefue que después de los hechos podía ver el colegio desde la ventana de su habitación, pero peor aún, a la persona acusada de la violación oficiando misa y desde el altar predicando sobre la palabra de Dios. “Oh Dios mío, en ese momento yo quería que la tierra me tragara”, apostilló.

Pero consciente de que no puede dejarse vencer por esa adversidad, el joven siguió sus estudios y actualmente está trabajando en Estados Unidos.

“No tengan miedo”, es el mensaje que les da a niños y adolescentes que pudieran estar enfrentando la situación que vivió. “El miedo te hace prisionero, rompan el silencio y hablen, cuéntenles su situación a quien sea, no se detengan por amenazas”, expresó como si lanzara un vehemente llamado de prevención.

CASO QUE LLEGÓ POR WHATSAPP Luego de atreverse a denunciar su caso, el joven ha recibido mensajes de otras víctimas de violaciones, como una con la que tuvo una conversación por whatsapp, que presume podría ser otra víctima: -Hay veces que tú no puedes romper el silencio.

-No dejes que el miedo te haga prisionera, porque yo he estado ahí y sigo luchando.

-No todo es tan fácil, yo admiro tu coraje. Es muy duro cuando te maltratan por años y años.

Es muy duro ocultar todo en una sonrisa tan falsa.

-Cuando sonríes la gente piensa que estás feliz, pero no es así, dentro de ti hay muchos sentimientos, yo lo sé.

-Es algo grandioso cuando alguien te entiende. Tus padres piensan que estás bien, y no es así.

-Tranquila, yo te entiendo.

-Yo he diseñado una sonrisa para que ellos no sufran por lo que pasas. Es muy duro cuando a tu corta edad tienes que estar con personas que no valen nada.

-Estoy aquí para cuando quieras hablar, y decirte que no estás sola.

-Me da demasiado pique y rabia cuando una persona puede dañar una vida completa.

-Estoy luchando y cada día conozco más historias de personas que me hablan. Mi lucha es mi lucha por ti y lucho por ti y otros cada vez que vaya a un tribunal.

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