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SERIE ESPECIAL (3)

Infancia doblegada por las drogas

MENORES TRATAN DE REGRESAR A UNA VIDA NORMAL

Reunidos en el salón de clases 25 niños y adolescentes con edades entre 10 y 17 años siguen con atención las reflexiones del profesor Gumersindo Reyes sobre un pasaje del libro de texto de Lengua y Literatura titulado “El árbol triste” del escritor colombiano Triunfo Arciniegas.

¿Qué enseñanza podemos sacar de esta lectura? Pregunta el educador. Y un niño de apenas 11 años le responde: “Hay que escuchar la voz de nuestro interior, porque siempre te dice lo que te conviene”.

La dinámica funciona y el educador logra que la mayoría participe con sus argumentos y opiniones. Pero no se trata de un salón de clases normal. Es un aula habilitada en el Hogar Crea para menores de edad ubicado en este municipio, donde además de docencia, los niños y adolescentes reciben tratamiento por su adicción al alcohol, tabaco, drogas y por trastornos disociativos.

El árbol de la lectura analizada se sentía frustrado porque no sabía quién era y tampoco podía ser como los demás, quizás la misma realidad que viven estos menores de edad alejados de sus familias y forzados a llevar una vida diferente por un año y seis meses, tiempo que dura el tratamiento.

Reyes, con dos años y medio como educador en el hogar y quien también es psicólogo clínico, precisa que primero trabaja con los niños y adolescentes la parte emocional y motivacional, debido a que la mayoría llega con problemas serios de conducta y actitudes agresivas por toda la carga de culpa acumulada.

El educador indica que para trabajar en la parte socio-afectiva primero lo hace de manera individual con los residentes, luego con grupos de tres y cuatro y finalmente realiza terapias con ellos juntos.

“Cuando ellos se juntan no se toleran a veces y terminan chocando. Eso plantea un problema conductual complicado”, añadió. El Hogar cuenta con tres profesores asignados por el Ministerio de Educación y un psicólogo de planta, que ofrecen atención médica y la educación a los internos desde primero a octavo de primaria.

Niñez anormal Cuando se analiza la razón por la que entraron estos menores de edad a Hogar Crea quedan en evidencia realidades presentes en numerosas familias dominicanas: Divorcios, hogares donde falta el padre o la madre, padres que emigraron al exterior y dejaron el cuidado de sus hijos a otros parientes, progenitores tan centrados en sus ocupaciones que no tienen tiempo para sus hijos y adultos irresponsables que no midieron las consecuencias funestas de dar a probar a algunos niños alucinógenos.

A una edad en que deberían estar concentrados en estudiar, divertirse y estrechar lazos familiares, están obligados a permanecer confinados por un año y seis meses porque sería un riesgo exponerlos al ambiente donde cayeron en las drogas, y porque sus padres muchas veces no cuentan con la capacidad para manejar la problemática.

Se trata de niños y adolescentes que, a falta de los padres o de un tutor responsables, quedaron expuestos a la presión social, además del bombardeo por medios de comunicación, internet y redes sociales de canciones con letras que incitan al consumo y al sexo, programas televisivos y películas que presentan como héroes a narcotraficantes, como las “narco-novelas”, y como sinónimo de éxito sus actividades ilícitas.

Pero también menores que en un momento se vieron deslumbrados por personas de sus barrios que lograron el dinero que les permite ahora usar ropas caras, cadenas y anillos extravagantes y lujosos vehículos que se convierten en modelos de cómo se alcanza un elevado estatus en poco tiempo.

Era un niño influenciable Los niños y adolescentes residentes en el Hogar se les hace difícil hablar de la realidad que han vivido. Pensativos y parcos, la mayoría proviene de hogares en que falta uno de los progenitores o en otros donde la escasa atención a sus hijos los convirtió en “padres ausentes”.

Freddy (se usan nombres ficticios en todos los casos para preservar sus identidades), de 5 años de edad y residente en La Vega, perdió a su madre cuando tenía 7 años y quedó al cuidado de su padre que pasaba la mayoría del tiempo trabajando.

Comenzó a consumir cigarrillos y marihuana influenciado por amigos y duró cuatro años en la adicción hasta que su padre decidió recluirlo en el hogar hace un año y tres meses. Él llegó a robar para sustentar su adicción.

“He cambiado mucho porque yo era una persona influenciable, y por eso consumí esas sustancias”, expresa el adolescente, a quien ya dejan salir solo y su familia le tiene confianza porque él asegura que “ya no le pongo la mano a lo ajeno”. No oculta su satisfacción porque está a solo tres meses de completar el programa y recibir su carta de reeducado. “Me siento muy bien porque voy a ver mi logro”.

Se convirtieron en agresivos El consumo excesivo de alcohol provocó que Daivy, de 16 años, se convirtiera en un adolescente bastante agresivo. Tiene cinco hermanos y cursa actualmente el cuarto de bachillerato.

Las bebidas alcohólicas lo llevaron a un nivel tal que golpeaba a sus hermanos. “Estaba demasiado agresivo con mi familia porque bebía mucho”, añadió el joven, quien tiene apenas 15 días en el Hogar Crea para menores.

Mientras Jeremy, de 12 años y con tres hermanos, está en el centro por mala conducta. “No me dejaba llevar y hacía lo que quería”, indicó, tras precisar que dejó de ir a la escuela y no compartía con ningún miembro de su familia.

Una tía le dio marihuana José Ernesto, de 17 años, es el segundo más joven de una familia de 10 hermanos residente en Santiago.

Comenzó a consumir marihuana cuando visitó la casa de una tía y ella le dio a probar.

Ingresó por primera vez a Hogar Crea para tratamiento en 2015 pero lo abandonó a los pocos días.

Hace 20 días que retornó en un segundo intento por superar la adicción. “Yo espero en Dios completar ahora el tratamiento y reeducarme”, indica José Ernesto, quien sueña con ser carpintero.

Uno “cabezú” y otro cleptómano Moisés, de 16 años, comenzó a consumir alcohol y cigarrillos hace cuatro años, y luego terminó usando también marihuana.

Dijo que a esa edad era tan “cabezú” que decidió abandonar el hogar de sus padres para irse a vivir a la casa de un amigo de 17 años, quien se había quedado solo porque sus progenitores se fueron al exterior.

Siente nostalgia por su familia y cuando le entran deseos de abandonar el Hogar se refugia a leer en la biblioteca del centro.

Moisés dice que ahora consiguió un amigo que le habla de temas religiosos, contrario a aquel que lo inició en la adicción. “Yo todos los días oro para que Dios me ayude a completar el tratamiento”, añadió.

Entretanto, Rafael, de 14 años, recibe tratamiento en el centro porque era cleptómano. Fue adoptado por una pareja estadounidense con la que duró 13 años luego de que sus padres fallecieron, hasta que una tía decidió hacerse cargo de él. Le robaba el dinero a su tía para comprar ropa.

Le faltan tres meses para completar el tratamiento y asegura que ya superó el problema que motivó su internamiento.

Terapia. Uno de los adolescentes medita durante una de las terapias.

“Toma, dale dos a eso” Jesy, de 15 años, reside en Moca, donde junto a sus tres hermanos quedó al cuidado de su abuela cuando sus padres emigraron a Estados Unidos.

Un día una mujer conocida del sector donde reside le ofreció marihuana y le dijo: “Toma, dale dos a eso”.

La mujer que le ofreció la droga estaba con su pareja en plena calle consumiendo.

Desde ese momento quedó atrapado por la adicción y comenzó a juntarse con otros “tígueres” del barrio para adquirir la droga, lo que notó un primo y se lo contó a la familia.

“Mis padres se molestaron mucho cuando lo supieron”, expresa el adolescente, quien tiene un año y once días en el Hogar de Menores y cursa el séptimo grado de la primaria.

Intentó golpear a su madre Lucas, de 15 años, solía compartir con dos amigos de mayor edad que fumaban marihuana, a quienes pidió un día que le dejaran probar. Además, comenzó a tomar alcohol con frecuencia. Tenía cuatro meses consumiendo hasta que un día una vecina lo descubrió y se lo contó a su madre, quien decidió internarlo en el hogar de menores, donde tiene dos meses y 15 días.

Luego de comenzar a consumir insultaba constantemente a su madre, a la que un día también intentó golpear. El adolescente asegura que ha cambiado bastante desde que entró al programa porque ya respeta al director del centro y dejó de decir palabras obscenas.

A Lucas le gustaría ser policía, pero dice que el único inconveniente es que la mayoría tienen una mala imagen en la población.

Inmueble. El local que ocupa el hogar es una vivienda que perteneció a uno de los implicados en el expediente por narcotráfico instrumentado contra Quirino Ernesto Paulino Castillo, quien fue condenado por un cargamento de 1,387 kilos de cocaína.

El centro tiene múltiples necesidades El director de Hogar Crea Menores es Reynaldo Casado, de 48 años, quien se autodefine como la persona más apropiada para manejar este centro, ya que superó una adicción a la marihuana y la cocaína que inició cuando tenía apenas 14 años de edad.

Recuerda que el divorcio de sus padres a esa edad le afectó de tal manera que se refugió en el consumo de esas sustancias. “Me sentía derrotado”, dice sobre su adicción que lo llevó a entrar a la edad de 20 años en Hogar Crea de La Romana, donde logró no solo completar su tratamiento, sino que también fue el fundador luego del centro de la institución ubicado en su natal San José de Ocoa.

Citó que manejan casos tan dramáticos como el de un niño que su padre era adicto, su madre falleció y ha tenido que quedarse permanentemente en el hogar porque perdieron el contacto con sus familiares.

El hogar funciona en una lujosa mansión de dos niveles dotada de piscina que le fue cedida a Hogar Crea luego de que fuera incautada a uno de los implicados en el expediente por narcotráfico instrumentado contra el excapitán del Ejército, Quirino Ernesto Paulino Castillo, detenido en el año 2004 con un cargamento de 1,387 kilos de cocaína y extraditado a Estados Unidos, donde cumplió una condena por introducir estupefacientes a territorio estadounidense.

Actualmente el inmueble está en medio de un litigio porque después que lo recibieron de la Unidad de Bienes Incautados, apareció una persona que alega ser dueña de la vivienda y reclama su desocupación.

Allí tienen como norma estricta que los menores no salen a las calles para garantizar la confidencialidad, con excepción de aquellos que necesitan completar sus estudios.

Casado informó que forman a los internos desde primero hasta octavo del nivel inicial, y si cuando terminan esa etapa todavía están en tratamiento, completan el bachillerato mediante el programa Prepara fuera del local, en centros educativos de esta comunidad.

Algunos menores han vivido el trauma de sufrir violaciones sexuales y otros han sido rescatados de las calles.

Se maneja con necesidades porque recibe una mensualidad de RD$15,000 de la subvención que otorga el Estado a Hogar Crea y de los ingresos que reciben por las ventas de diversos artículos.

Reciben, además, donaciones de empresarios de la región norte de país, quienes les suministran agua embotellada, artículos de higiene, alimentos y otros utensilios para poder operar.

La puerta eléctrica que permite el acceso en vehículos tiene dos meses dañada, al igual que el televisor que permite a los usuarios entretenerse. El Hogar necesita un minibús para poder trasladar a los residentes a lugares donde puedan divertirse fuera del recinto, como museos, parques y otros lugares recreativos.

Deportes. Los menores del Hogar invitaron al autor de este trabajo periodístico a participar en un partido de baloncesto, en la cancha instalada en el centro.

Director. Reynaldo Casado, director del Hogar Crea de Menores.

(+) UN REEDUCADO QUE VIVIÓ LA MISMA REALIDAD El director del Hogar Crea de Menores en La Vega se casó y formó familia siendo un reeducado de la institución. Tiene dos hijos, un varón de 13 años y una hembra de 28 años. El terapeuta considera que la sociedad en su conjunto debería asumir un mayor compromiso en materia de prevención del uso de drogas, pues resulta impactante ver a menores consumiendo a tan temprana edad.

DOS CASOS MÁS Arrebataba celulares para costear la adicción Julio, de 15 años, reside con sus padres y tres hermanos. Refiere que en una ocasión vio a dos prostitutas fumando marihuana y les pidió que le dejaran probar.

Después investigó donde la vendían e iba solo a comprarla. Llegó un momento que para costear el consumo le robaba dinero a su madre y arrebataba celulares en las calles. Su madre descubrió que estaba en la adicción por la frecuencia con que se le desaparecía dinero en la casa. Tiene un mes y dos días en el Hogar de Menores y cuando termine el tratamiento y complete sus estudios del nivel medio le gustaría estudiar arquitectura.

“Eso no trae nada bueno” Félix, de 16 años, pertenece a una familia de siete hermanos que reside en el sector Herrera de Santo Domingo Este.

Fue con un amiguito de 15 años a comprar unos tenis y terminó consumiendo marihuana hace un año. Duró dos años en la adicción y asegura que “buscaba el dinero para consumir de cualquier manera”.

Llegó a atracar en las calles, especialmente arrebatar celulares y carteras, hasta que cayó preso. Tiene un mes y quince días en el hogar y a los jóvenes les advierte que sobre el peligro de consumir drogas. “Eso no trae nada bueno, cuando uno está en esos vicios piensa que es lo último, pero en verdad, yo me siento muy diferentes después de ingresar a Hogar Crea”.

Nota del editor.

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