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ENFOQUE

El dilema de la Amet poner orden o multas

Caso. Una queja de los conductores es que agentes de Amet dirijan el tránsito donde el semáforo funciona a la perfección.

Caso. Una queja de los conductores es que agentes de Amet dirijan el tránsito donde el semáforo funciona a la perfección.

Mientras la Autoridad Metropolitana del Transporte (Amet) siga dedicando sus miembros a andar por las calles “fiscalizando” a los conductores -que no es otra cosa que poner multas para que entre dinero al “fisco”-, las avenidas de la capital y las principales ciudades del país seguirán siendo un caos para todo tipo de tránsito.

Lo que debía ser la excepción (poner multas) se ha convertido en la norma, lo que ha llevado al personal de Amet a descuidar su labor de gestionar el tránsito, contribuir a disolver tapones, persuadir a los conductores para que no obstruyan las vías, facilitar el tránsito ordenado de los peatones, especialmente personas vulnerables por su edad o nivel de discapacidad motora o sensitiva.

Si los conductores y ciudadanos perciben que la Amet solo está para poner multas, jamás tendrán disposición de contribuir a mejorar las condiciones de circulación por las vías de las ciudades porque siempre habrá un motivo para “fiscalizar” y someter al chofer al pago de una infracción que no es la única ni la más peligrosa para contener los accidentes y daños a la vida y la propiedad.

Antes fue la falta de “revista” en los vehículos en buena condición precisamente cuando las ciudades están llenas de chatarras sin luz, con neumáticos en mal estado, pero cuyos propietarios o conductores son “padres de familia” que trabajan como transportistas de pasajeros que por demás no respetan las leyes de tránsito ni a la misma Amet que no se mete con ellos.

Ahora los operativos son porque vehículos en muy buena condición, mayormente automóviles y jeepetas particulares, tienen los cristales delanteros polarizados y la ley dice que en esa parte no puede haber obstrucción a la visibilidad interior.

¿Cuántos reportes de accidentes provocados por cristales tintados tiene la Amet? ¿Cuántos asaltos o raptos se han registrado en los últimos años por personas que van en jeepetas o automóviles con cristales delanteros polarizados?

Los accidentes los provocan esencialmente las motocicletas y los vehículos pesados por su manejo temerario, sin control y sin fiscalización de Amet.

Es en motocicletas Los asaltos -incluidos los más sonados contra centros comerciales y vehículos transportadores de valores- han sido perpetrados por delincuentes que conducen motocicletas al descubierto, no por ocupantes de vehículos con cristales opacos.

La autoridad superior de Amet -el gobierno- debía saber que dos son los motivos que tienen los conductores de vehículos para tintar sus cristales: número uno, la inseguridad general en las calles que se ensaña contra personas indefensas como mujeres y personas mayores que viajan solos en vehículos y que al verlos a través de parabrisas totalmente transparentes se convierten en presa fácil para asaltos y hasta tentativas de asesinato como ocurrió con la arquitecta Francina Hungría, cuya historia es conocida por todos.

Si los delincuentes no ven que ella viaja sola en su vehículo no se hubiesen arriesgado a detenerla y ante su inútil resistencia, dispararle a la cabeza hasta dejarla ciega, pero afortunadamente con vida a la que le da gran utilidad.

La segunda razón para tintar los cristales delanteros de los vehículos en República Dominicana es que se trata de máquinas diseñadas para uso en países polares, como Estados Unidos y Europa, donde las estaciones son clásicas: cuando hay frío, es mucho frío, y la gran cantidad de cristales transparentes facilita la penetración de la luz y el calor, mientras que cuando hay calor se dispone de sistemas de acondicionamiento de aire que reduce los efectos de la sofocación.

Aquí no hay frío nunca como para utilizar calefacción, pero hay más de diez horas diarias de sol intenso que penetra al interior de los vehículos, daña los tapices e incluso agrieta los propios cristales por efecto de las altas temperaturas. Eso, quieren evitar los propietarios de vehículos que hacen una costosa inversión y la pueden proteger por años con una polarización que no tiene propósitos malsanos.

En algún momento de lucidez, fue la propia autoridad de Tránsito quien se dio cuenta de que polarizar cristales es una necesidad ante la inseguridad callejera y para protección de la salud del conductor y la durabilidad del interior del vehículo. Por eso dictó la resolución número 1123-2014, que si bien recomienda no tintar la parte delantera, reconoce que es necesario buscar protección.

En ciudades donde ninguna autoridad puede garantizar protección frente a la delincuencia que tanto asalta un vehículo vulnerable como rompe un cristal para robar si ve algún objeto de valor adentro, polarizar los cristales es una salida transitoria y particular hasta que el orden pueda imperar en este país.

Lo mismo puede decirse de los efectos de la protección solar. La mayoría de los establecimientos comerciales y oficinas públicas no tienen parqueos y los escasos que los tienen son al aire libre donde los vehículos quedan expuestos al sol por horas. El resto tiene que parquear en la vía pública donde las condiciones climáticas y delictivas son peores.

La aplicación rigurosa de la ley Todo lo que sea motivo para poner multas es apetecido por Amet porque parece que la autoridad gubernamental no desprecia los ingresos al graneo en desmedro de poner orden para transitar en las calles y privilegia el golpeo a la clase media que paga combustibles y adquiere vehículos ante el fracaso histórico de proveer un sistema de transporte seguro, ordenado y a precio justo.

Mientras a la Amet se le instruya o se le permita que se concentre en poner multas, los cementerios se seguirán llenando por muertes en accidentes, el Estado pagará miles de millones para rehabilitar a los fracturados y mutilados, y lo que dan las multas será ínfimo en relación con estos cuantiosos gastos como remediación de la falta de acción efectiva en la prevención y la orientación. Porque no pueden estar dedicados a pegar multas como actividad principal y a la vez ayudar a facilitar el tránsito como acción aleatoria.

En la ciudadanía hay sobrados motivos para concluir que a la Amet y al gobierno no le interesa aplicar en forma rigurosa la Ley de Tránsito 241-67 o la nueva Ley 63-17, de Movilidad, Transporte Terrestre, Transito y Seguridad Vial.

Y no lo hace porque los problemas de tránsito más importantes no son determinar quiénes ocupan un vehículo que se conduce en forma correcta aunque lleve cristales polarizados y por tanto debe ser “fiscalizado” para que pague una multa.

Más que un asunto de interés de Amet, los cristales tintados deben ser objeto de atención de las patrullas de la Policía Nacional que hace labor preventiva y que con frecuencia hacen detener a conductores, conversan con ellos, observan el interior del vehículo y por su experiencia, si están ante gente con perfil sospechoso proceden a revisar documentos y el interior del auto, pero si todo está normal policías y conductores siguen cada uno atendiendo sus obligaciones sin que haya que “fiscalizar” nada.

Los verdaderos problemas de tránsito están en evitar y castigar el manejo temerario, impedir la circulación de vehículos en mal estado, sancionar el uso incorrecto de la vía, el parqueo paralelo incluso frente a la Suprema Corte de Justicia y la Procuraduría General de la República en pleno Centro de los Héroes.

Pero en esos casos no hay multas, sino contemplación y vista gorda.

Si Amet quisiera poner orden, reducir los accidentes y fomentar una cultura de manejo de vehículos con respeto, tiene que procurar dejar de ser vista como un cuerpo de inspectores que anda cazando infracciones para poner multas.

Cuando un Amet pone una multa debería sentir que ese organismo ha fracasado porque su labor esencial debe ser orientar, acompañar y prevenir infracciones. La acción represiva en todo caso es la mayor demostración de que el sistema no funciona, como la acción curativa en medicina es la muestra de que la educación sanitaria no llegó a tiempo.

Selectivos en la aplicación de la ley Hay una jurisprudencia muy clara del Tribunal Constitucional que dispone que la Amet no puede llevarse un vehículo mal estacionado o en infracción legal porque constituye una incautación que solo puede disponer un tribunal. Pero resulta que todos los días y a toda hora, la Amet realiza “operativos” para incautar motocicletas (que son vehículos y no burros) de conductores que violan la ley.

¿Por qué si un vehículo viola una luz roja de un semáforo la Amet llena un formulario para que el conductor pague una multa pero si un motociclista va sin casco protector o utiliza un túnel (que está prohibido) la misma Amet le lleva su motocicleta?

Porque violar la ley y las disposiciones judiciales son parte de la cotidianidad de un organismo que se ha dedicado a captar ingresos y no a facilitar y garantizar el tránsito en calles, avenidas y autopistas.

La mejor demostración del fracaso de Amet es el exitoso programa que impulsa el Ministerio de Obras Públicas en las autopistas y carreteras del país. Es un modelo de servicio porque la Comisión Militar y Policial de Obras Públicas está 24 horas en las carreteras dando servicios y acompañamiento de todo tipo cuando el conductor más lo necesita para reparar una avería sin temor a que lo asalten o lo maten como sucedía antes.

Ese servicio de Obras Públicas tiene el elogio de todos los conductores y no se conoce un solo caso de conflicto y mucho menos de multa. En las principales carreteras del país, ya hay más orden y seguridad porque ese personal solo da servicio y los usuarios agradecimiento.

Con los camiones nadie se mete La más generaliza y peligrosa violación de la ley de Tránsito que se registra en el país es que los camiones, autobuses y patanas circulan con absoluta e imperturbable impunidad por avenidas y autopistas obstruyendo todos los carriles cuando por ley a ellos les corresponde solo conducir por el derecho.

Es común cuando se va por carreteras ver que los camiones cargados de arena, cemento, pollos, gas, plátanos, arroz, madera, gaseosas y los furgones que van y entran a muelles, así como los autobuses de pasajeros, son los amos de las vías y ningún Amet aplica la ley para obligarlos a transitar por el carril derecho.

Si la vía tiene tres carriles y van tres vehículos pesados, cada uno ocupa uno y forma un tapón interminable porque ninguna autoridad hace cumplir la ley. LISTÍN DIARIO se ocupó de publicar varios reportajes exponiendo la situación pero hasta ahora no hay reacción para aplicar la ley.

Cuando uno indaga por qué la ley existe para detener a un motociclista y su moto puesta bajo el control de Amet (en violación de la ley) y no existe para poner una multa e incautar el camión de un patanista que obstruye el carril izquierdo por todas partes, se lleva los semáforos en rojo y pone en peligro al resto de los usuarios de la vía pública, los mismos miembros de la Amet dicen que “esos camiones son de los jefesÖ usted sabe”.

La indignación de la clase media Con los operativos de Amet para poner multas a los conductores particulares que van en vehículos con cristales polarizados -salvo los de generales, coroneles, funcionarios, legisladores, alcaldes, que todos también los usan pero no son detenidos- el gobierno abre otro frente innecesario contra la clase media que resuelve ella misma sus problemas sin echárselos a las autoridades.

El disgusto que ronda en las calles en estos días por este acoso selectivo no es pequeño y el gobierno debe prepararse para ver multiplicadas las críticas frente a una solución fiscalista ante un esfuerzo individual de la gente de buscar protección frente a la delincuencia que no puede contener la autoridad.

Si pese a esta realidad el gobierno sigue permitiendo que Amet acose a la gente por tener un vidrio polarizado para protección de la delincuencia y de la inclemencia del sol, lo primero que debía hacer es un decreto ordenando que todos los vehículos oficiales o particulares que utilizan funcionarios y sus familiares procedan de inmediato a retirar el tintado delantero y a circular al descubierto como los demás dominicanos, que a diferencia de ellos, andan desarmados y sin escolta.

Por el contrario, si persiste el acoso de Amet contra gente que no representa ningún peligro y en cambio intenta protegerse del peligro delictivo y de la inclemencia del sol, el gobierno puede prepararse para ver protestas masivas y actos individuales de resistencia que -ojalá que no- pueden traer desgracias que nadie quisiera lamentar.

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