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DELINCUENCIA

Matan a señora para robarle una cartera y celular

LA DEFINEN COMO UNA MUJER TRABAJADORA QUE LUCHABA PARA SALIR ADELANTE

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Santiago Benjamín de la CruzSanto Domingo

“Me mataron a mi reina, me la mataron para quitarle lo que era de ella”, fueron algunas de las pocas palabras que pudo pronunciar Pedro de la Cruz, padre de Jacqueline de la Cruz, de 35 años, a quien dos hombres asesinaron de un disparo la noche del lunes para despojarla de su cartera y un celular.

A Pedro de la Cruz se le hacía imposible contener sus lágrimas. Con su mano derecha apretaba su pecho y giraba la cabeza de un lado a otro negándose a creer que la única hembra de los cinco hijos que procreó, fuera asesinada.

Jacqueline llegó a la capital desde su natal Samaná hace aproximadamente un año para trabajar, de acuerdo a su padre, “y si yo me hubiera imaginado que le iba a pasar esto, no la dejo venir, no hubiera dejado que mi única hija viniera en busca de progreso para terminar de esta forma”.

La noche del lunes, aproximadamente a las 8:30, Jacqueline, quien dejó un hijo de cuatro años en la orfandad, se desplazaba junto a dos compañeros de su trabajo en una motocicleta, quienes la encaminarían hasta su casa en Villa Consuelo, donde vivía sola.

El vocero de la Policía, general Nelson Rosario, explicó que mientras iban en la motocicleta a uno de los hombres se le cayó su gorra y se detuvieron para recogerla, momento que fue aprovechado por dos hombres que se desplazaban a pie para cometer el asalto. “En ese momento los dos hombres que iban a pie asaltaron a Jacqueline e hicieron el disparo mortal”, precisó Rosario.

Los familiares de Jacqueline, quienes viven en Samaná, se enteraron de la trágica noticia que les cambió la vida, pasadas las 10:00 de la noche del lunes. Pedro de la Cruz se resistía a aceptar la muerte de su hija cuando le fue informado, incluso, la mañana de ayer algunos de sus hijos dijeron que él todavía no lo creía.

Los ojos de Pedro estaban rojos de llorar. Con sus manos sostenía una toalla para secar sus lágrimas, mientras sus familiares trataban de calmarlo.

Como si no tuviera rumbo, Pedro caminaba de un lado a otro frente al Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif) ubicado en el Hospital Marcelino Vélez, de Herrera, a espera de que entregaran el cuerpo.

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